Publicado el 6 abril, 2018 | por editor
Sago critica “alarmismo” al relacionar las carnes rojas con el cáncer de colon
Como una teoría que, nuevamente, se presenta como verdad comprobada y en tono alarmista, calificó la Sociedad Agrícola y ganadera de Osorno, SAGO A.G., la asociación realizada entre afecciones al colon en la provincia y el consumo de carnes rojas, la que fue realizada esta semana por profesionales de la salud.
“Ya vivimos esta situación cuando se trató de mostrar la Fiebre Q como una enfermedad nueva en el país, en circunstancias que es endémica en el mundo y se generó una enorme alarma sobre el tema, mientras al mismo tiempo, moría gente por hanta y existían antecedentes claros de que enfrentaríamos en 2018 un aumento de casos de paperas sin que se tomaran medidas, hasta que ahora fuimos sorprendidos por esta realidad. Aquí se ha olvidado que hay que ser responsable al asociar actividad ganadera y salud humana, porque se instalan verdades que no son tales en la opinión pública”, explicó el presidente de SAGO A.G., Christian Arntz.
Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno A.G. calificó como lamentable la vinculación realizada entre afecciones al colon y consumo de carne, al no distinguir conceptos básicos como como consumo per cápita en Chile frente a otras naciones y lo que significa la producción en base a pastoreo que se desarrolla en el país.
El dirigente gremial aseveró que SAGO A.G. se vio sorprendida por la forma en que personal de Salud vinculó los casos de cáncer de colon al consumo de carnes rojas, sin distinguir que, justamente, la carne que se produce en la zona es reconocida por su aporte a la salud humana dado el sistema de producción en base a pastoreo.
En el mismo orden, el docente de la Escuela de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica, Rafael Larraín, coincidió con SAGO al señalar que según estudios de la Organización Mundial de la Salud del año 2015, son las carnes procesadas o embutidos las cuestionadas en su eventual contribución al cáncer de colon y no las carnes rojas.
Larraín hizo hincapié que las carnes que se comen en Chile son magras, a diferencia que la que se consume en Estados Unidos, la cual tiene un nivel de grasa mucho mayor. Puso en relieve, además, que las investigaciones demuestran hoy que los ácidos grasos no tienen incidencia importante, ni sobre la mortalidad, ni sobre la salud cardiovascular, dado que son los carbohidratos los que están provocando problemas de salud y mortalidad.
El presidente de SAGO A.G., Christian Arntz, señaló que Chile es un país que consume entre 23 y 25 kilogramos de carnes rojas per cápita, lo que representa una cantidad mucho más baja de la recomendación de FAO, organización que estima que un consumo de carne adecuado es de 30 kilogramos per cápita al año. En tanto, otros países como Australia, llegan a consumos de 111,5 kilogramos al año.
Según Arntz, son muchos los factores que inciden en la aparición de esta enfermedad y que están documentados en muchos estudios. Por de pronto, los hábitos de vida como el consumo de alcohol, tabaquismo, sedentarismo y obesidad son factores relacionados a esta enfermedad. Además de lo anterior, existe evidencia en el mundo que con buenos diagnósticos y planes de prevención, esta enfermedad es evitable en más de un 90%. Entonces, aseveró, vale la pena preguntarse ¿en qué status está nuestra provincia en materia de exámenes de prevención? ¿Tenemos recursos suficientes para realizar los exámenes preventivos? ¿Son acertados los diagnósticos iniciales?
Es por ello que el presidente de SAGO A.G., más allá de valorar la inquietud de los médicos, hace un llamado a la responsabilidad: “en una etapa tan preliminar de este tipo de estudios específicos en la zona, no es posible relacionar la mayor aparición de cáncer de colon con el consumo de un alimento en particular, porque así lo demuestra la evidencia científica internacional sobre la materia”.
La carne que se produce en Chile y particularmente en nuestra zona proviene de animales que se alimentan de pasto, a diferencia de buena parte de la carne importada que en su mayoría proviene de sistemas de confinamiento o feedlot, que utilizan una base de granos en sus dietas. Este sólo factor, según un estudio desarrollado al alero de la Facultad de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, concluyó que “los resultados obtenidos ofrecen la posibilidad de desarrollar una estrategia de diferenciación y valorización de la carne bovina nacional basados en la venta de cortes magros que sean considerados ‘amigables para el corazón’”.
Estudios científicos demuestran, además, que el consumo regular de carne de feedlot es totalmente distinto a lo que se produce en Chile. Arntz concluyó que la carne a pasto tiene una composición de ácidos grasos que permite que algunos de ellos incluso sean considerados como anticancerígenos.
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