Publicado el 8 enero, 2018 | por editor
Proyecto Buchahueico: inédito modelo colaborativo toma vida en La Araucanía
El Valle de Malleco, zona con un pasado cerealero y forestal, se perfila como el lugar ideal para producir los “vinos más sinceros y mucho más expresivos de su Terroir”. Así lo precisa, Juan Cury, gerente agrícola de la Viña San Pedro, empresa que incentivó la realización del inédito proyecto colaborativo con la comunidad mapuche Buchahueico y que apunta a dar vida al mejor Pinot Noir del mundo.
“Las nuevas generaciones de enólogos están buscando producir vinos que expresen la identidad de un lugar único”, comenta Cury, quien recalca que la zona tiene un gran potencial de crecimiento para la producción de vinos.
“El cambio climático ha hecho posible hacer viticultura en regiones donde antes era impensado y por otro lado, hay una tendencia creciente por rescatar y realzar el origen de un vino”, dice.
PROYECTO
En 2015 se gestó la iniciativa de desarrollar el mayor viñedo mapuche del país. Diez hectáreas de la cepa Pinot Noir, considerada una de las más finas entre las tintas, fueron plantadas por cuatro familias -cada una cuenta con 2,5 hectáreas- de esta comunidad ubicada en la comuna de Purén.
“En la búsqueda de un lugar idóneo para desarrollar este proyecto, hicimos varias visitas exploratorias a la región, pero fue Indap quien nos contactó con la comunidad de Buchahueico, y luego de varias conversaciones se interesaron en este proyecto que les permite trabajar sus propias tierras de forma innovadora”, cuenta Cury.
“Antes teníamos que salir lejos a trabajar fuera para poder tener ingresos. Había que viajar a Santiago u otra ciudad. Ahora no, esto nos permite a nosotros trabajar nuestros propios terrenos y obtener ganancia por el trabajo que hacemos”, señala Lucy Curín, una de las productoras de uva embarcadas en el proyecto.
“Este es un rubro nuevo en la comuna y queremos que quede para las futuras generaciones”, agrega.
Otras de las cualidades de la zona son sus inmejorables condiciones agrícolas de la zona para la plantación de viñedos y la disponibilidad de agua (la que no se usa para riego sino para control de heladas).
VENDIMIA
En marzo de este año los primeros viñedos plantados por dos familias de la Comunidad Buchahueico en 2015 estarán alcanzando su madurez, por lo que 2018 será especial para los productores, ya que se espera realizar la primera cosecha.
“En marzo se realizará la primera vendimia que dará vida al primer vino elaborado con uvas producidas por una comunidad mapuche. Será un momento de celebración para todos los que hemos aportado a este proyecto”, expresa Cury.
Con una producción inicial estimada de 20 toneladas comenzará un largo proceso de fermentación y guarda que se prolongará por 15 meses. Para el año 2020 se espera que salga al mercado internacional las botellas del primer vino mapuche de la Viña San Pedro, el cual estará a cargo de la enóloga Viviana Navarrete, quien colabora en su calidad de experta en esta cepa.
el inicio de un camino
Este es un proyecto inédito, que se relaciona directamente con la vocación exploratoria de Viña San Pedro, que comienza con su fundación en el año 1865 como pionera en el Valle de Curicó, vocación que se sostiene en el tiempo con la búsqueda de nuevos orígenes y cepas.
“Esta iniciativa refleja fielmente nuestra misión de estar buscando constantemente prácticas innovadoras y sustentables de desarrollo, amigables con el medioambiente y las comunidades con las que nos relacionamos”, comenta Cury.
El gerente agrícola de la Viña San Pedro agrega que el objetivo es seguir trabajando con la comunidad para que el Pinot Noir del Malleco alcance su máximo nivel y la uva de este valle sea reconocida en Chile y el mundo.
“Hoy tenemos un gran desafío por delante, la primera vendimia en 2018 nos dará cantidad suficiente para poder comenzar a hacer vinificaciones para el primer vino de Buchahueico. Los resultados que obtengamos serán claves para el proyecto y para futuros proyectos en la zona”, precisa.
Recalca que están esperanzados en que este caso de éxito, sea el principio de una nueva forma de trabajo colaborativa con distintas comunidades en Chile.
“Se trata de un modelo de negocio sustentable de largo plazo, perfectamente replicable, incluso con otros tipos de cultivo y otros puntos del país”, sostiene Cury, quien agrega que “nosotros, como viña, hemos aprendido sobre la cultura mapuche, la forma en que honran y trabajan la tierra en comunidad. Y además hemos podido explorar junto a ellos, las características de este nuevo terroir”, afirma.
CONTRATO
El contrato de producción de los comuneros en la viña es a 10 años, contempla un piso de US$ 1 kilo de uva, precio que podría ajustarse de acuerdo a las variaciones del mercado.
Mientras se espera la cosecha de la producción, la empresa entrega un préstamo sin interés como capital de inversión y remuneración mensual, el que los productores deberán pagar en 2024, pero que la comunidad estima que devolverá antes.
“El contrato a 10 años cubre ampliamente el plazo para pagar la inversión y al término del contrato probablemente se va a renovar, porque está construída la relación y vamos a conocer muy bien cómo hacer el vino, porque cuando haces un vino la situación es muy multifactorial, la uva que sale en un lugar no hace el mismo vino que la otra”, concluye Juan Cury.
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