Publicado el 26 julio, 2021 | por editor
Principales enfermedades de la avena en el sur de Chile y estrategias para su control
La avena encuentra en la zona sur de Chile condiciones excepcionales para su cultivo, con temperaturas frías a templadas, fotoperíodos largos y una muy buena distribución de la pluviometría durante su desarrollo. Estos factores, junto a un adecuado manejo de la fertilización, del control de malezas, plagas y enfermedades, favorecen la expresión de altos rendimientos y calidad de grano con cifras que ubican al país en el primer lugar dentro del continente americano.
Como parte de la rotación de cultivos, la avena tiene una importancia vital en la disminución de la severidad de patologías complejas asociadas al suelo, como es el mal del pié o pudrición radical del trigo, triticale y cebada, y en la disminución de poblaciones de patógenos foliares que afectan a cultivos como el trigo, raps y cebada.
Si bien la avena, al igual que todas las plantas, cultivadas o no cultivadas, es afectada por numerosas enfermedades de origen biótico (enfermedades parasitarias causadas por organismos vivos o agentes de infección transmisibles), y también por muchas otras de origen abiótico (enfermedades no parasitarias o no transmisibles, asociadas, por ejemplo a factores climáticos extremos, a un desbalance nutricional, a condiciones físico-químicas del suelo incompatibles con el cultivo, a fitotoxicidad por plaguicidas, a deficiencias en el manejo del cultivo, etc.), es muy importante señalar que en la zona sur de nuestro país el impacto de las enfermedades que la afectan es en términos generales, de magnitud media-baja. Es decir, el cultivo posee una condición fitosanitaria privilegiada y es de hecho, una de las causas que contribuye a los buenos rendimientos del cultivo. Pero, hay excepciones a lo anterior que explicaremos a continuación.
En relación con las enfermedades causadas por microorganismos en las plantas, en este caso la avena, hay a lo menos tres consideraciones importantes que se deben tener en mente. Lo primero es que las variedades difieren en cuanto a susceptibilidad a unas u otras patologías. Es decir, una variedad puede ser afectada por una, varias o ninguna enfermedad, dependiendo de su resistencia, tolerancia o susceptibilidad a una o más enfermedades. La segunda consideración relevante tiene que ver con las condiciones climáticas de la temporada, puesto que la expresión de las enfermedades es altamente dependiente de la pluviometría, temperaturas, heladas, humedad relativa, viento, etc., factores que pueden incidir en una alta o nula presencia de una o más enfermedades. La tercera consideración importante está relacionada con la zona, e incluso el potrero, en que está establecido el cultivo, dado que además del historial de siembra y de rotación de cultivos que se lleva en el predio, las condiciones ambientales de cada sector y potrero condicionan el desarrollo y expresión de las enfermedades, pudiendo tener un alto a nulo impacto en la producción y calidad de grano o forraje. Aspectos como la ubicación, topografía, ventilación, humedad del suelo, arboledas circundantes, cursos de agua o canales, cerros, entre otros, generan condiciones ambientales que difieren del resto del predio y que pueden traducirse en ataques de mayor o menor severidad de algunas patologías.
Por tanto, es inadecuado asumir que, al sembrar un cultivo de avena, éste automáticamente se verá afectado por alguna o varias de las diez más comunes enfermedades que la afectan en el país. Como se mencionó anteriormente, la mayor parte de los cultivos de avena se verán poco o nada afectados por microorganismos patógenos, pues en general toleran muy bien la presencia de algunos de ellos. La toma de decisiones en relación con las potenciales enfermedades del cultivo y su prevención o control, debe estar basada en el conocimiento de la variedad y su propósito, grano o forraje; un diagnóstico preciso de la o las patologías observadas y el tipo de reacción, susceptible/tolerante, en un número de plantas de distintos sectores del potrero; el historial del cultivo en el predio y la zona; las condiciones climáticas imperantes y pronosticadas; las características geográficas y topográficas del o los potreros; rendimiento esperado y costo del tratamiento. Es importante tener en cuenta que la sola presencia de una o más patologías en las plantas, no significa necesariamente que se traducirá en un daño económico.
A continuación, describiremos las principales enfermedades que pueden presentarse en el cultivo de la avena, y algunas estrategias de prevención y control.
Roya o polvillo de la hoja
Es causada por el hongo Puccinia coronata f. sp. avenae.
Esta enfermedad no ha sido normalmente un problema de importancia para la producción de avena, dado que suele presentarse tarde en la temporada producto de las temperaturas relativamente bajas de la primavera. Las siembras invernales por lo general escapan a los ataques tardíos de la enfermedad, mientras que las siembras tempranas de primavera pueden ocasionalmente presentar ataque en estados de desarrollo avanzado del cultivo, aunque sin causar pérdidas de importancia económica. Sin embargo, variedades susceptibles sembradas desde fines de agosto en adelante en la zona sur, pueden verse severamente afectadas por la enfermedad.
Las condiciones que representan un riesgo de alta infección de roya de la hoja son una variedad susceptible, siembra primaveral, potreros con baja ventilación ubicados en quebradas, entre cerros, con arboledas circundantes que generen una alta humedad relativa. Además, siembra después de papas o con una alta disponibilidad de nitrógeno.
Los síntomas del polvillo de la hoja se reconocen por la presencia de pústulas de aspecto pulverulento, anaranjado, principalmente en la lámina foliar. Infecciones más severas pueden atacar la vaina foliar y las espiguillas de la panoja. En el sitio web www.eeagrodelsur.cl se pueden encontrar imágenes para el correcto diagnóstico de esta enfermedad.
El control de la roya de la hoja se efectúa en forma muy efectiva con la siembra de variedades resistentes o tolerantes. Debe evitarse el exceso de fertilización nitrogenada, lo cual favorece una mayor severidad del ataque. El empleo de fungicidas foliares no ha sido muy común en la mayoría de las siembras, principalmente porque los ataques rara vez son severos y por razones de tipo económico. Hay escasos antecedentes sobre la efectividad de los diversos fungicidas existentes en el país, en el control de esta enfermedad. Sin embargo, aquellos con buena efectividad en el control de las royas de la hoja y estriada en trigo, deberían igualmente ejercer un adecuado control sobre la roya de la hoja de la avena.
Halo o Tizón Bacteriano
Es causado por la bacteria Pseudomonas syringae pv. coronafaciens.
El tizón bacteriano es una enfermedad común de observar en todas las temporadas, en la mayoría de las siembras tempranas de avena. Es una enfermedad de baja importancia económica por cuanto el nivel de daño que normalmente produce es leve a nulo. Sin embargo, con períodos de heladas y de prolongada y alta pluviometría entre mediados de invierno y hasta mediados de primavera, puede presentar una mayor incidencia y severidad. Los primeros síntomas se observan en la zona sur hacia fines del invierno o comienzos de la primavera.
Los síntomas se caracterizan por la presencia de lesiones verde-amarillentas en las láminas foliares, de apariencia acuosa, translúcidas y ovaladas. A medida que se desarrollan estas lesiones, el centro de éstas se necrosa, adquiriendo un color café pajizo y alargándose junto con la lesión. Las lesiones pueden aumentar de tamaño en forma considerable, abarcando gran parte de la lámina foliar producto de fitotoxinas liberadas por la bacteria, produciendo en algunos casos el estrangulamiento de la lámina foliar a la altura de la lesión. Hay variaciones en el tipo de síntomas debido a la variedad y a las condiciones ambientales, donde el típico síntoma de lesiones húmedas es reemplazado por lesiones necróticas de bordes irregulares. En el sitio web www.eeagrodelsur.cl se pueden encontrar imágenes para el correcto diagnóstico de esta enfermedad.
En primaveras lluviosas, en especial con bajas temperaturas y heladas, las lesiones se tornan muy llamativas por la severidad y tamaño de éstas. Las siembras adquieren un aspecto similar al causado por una helada o por la toxicidad de un herbicida de contacto. Sin embargo, una vez que declinan las lluvias y aumenta la temperatura, la sintomatología decrece quedando limitada a las hojas basales y medias, volviendo a predominar la coloración normal de las plantas con la aparición de las hojas nuevas. Ocasionalmente, se pueden observar algunos tallos y panojas blanquecinas, de textura húmeda, que no producen granos, producto del daño causado por la bacteria en el interior de las vainas que rodean el tallo. A pesar de su apariencia, esta última sintomatología es muy esporádica y por lo general no tiene impacto económico o éste es muy bajo. En avena para grano, el impacto de esta última sintomatología está directamente relacionado con el porcentaje de panojas blancas. En el caso de avena para forraje, una sintomatología foliar severa y de alta incidencia, puede afectar la palatabilidad y la disponibilidad de forraje, pero no es común observar ataques tan severos.
No se justifican medidas de control, por tratarse de una enfermedad de origen bacteriano y de escaso impacto en el rendimiento y calidad de grano. Hay variedades de avena que toleran en mejor forma que otras el ataque de bacteriosis. Se han evaluado aplicaciones de productos en base a cobre, pero la información no es suficientemente categórica como para aseverar su eficacia. En la presente temporada se encuentran en proceso evaluaciones de nuevas formulaciones de cobre para determinar su efectividad sobre esta patología.
Oidio
Es causado por el hongo Blumeria graminis f. sp. avenae. Esta enfermedad se ha presentado con intensidad variable en la zona sur en los últimos 12-15 años, con un aumento en su expresión debido a cambios en el manejo del cultivo. Está asociada principalmente a condiciones de alta humedad relativa y temperaturas medias a altas. Si bien en la mayoría de las siembras se observa una muy baja incidencia y severidad de esta patología, avenas cultivadas bajo condiciones de riego generan un ambiente altamente favorable a la presencia de la enfermedad. Lo mismo ocurre en cultivos con una alta población de plantas y una alta fertilización nitrogenada, particularmente en potreros con baja ventilación por la presencia de barreras naturales que neutralizan la acción del viento.
El síntoma más característico del oidio, es la aparición de lo que asemeja pequeñas motas de algodón sobre las hojas, y que corresponden al micelio y las esporas del hongo. Estas estructuras pueden recubrir parcial o totalmente las láminas y vainas foliares, afectando la fotosíntesis. A medida que la planta envejece, estas estructuras adquieren una tonalidad gris ceniza y posteriormente castaño ceniciento. El envés de las hojas afectadas presenta después de un tiempo una coloración café rojiza en la zona infectada como resultado de la muerte del tejido producto de la infección.
Las medidas de prevención y control de esta enfermedad deben considerar en primer lugar, el empleo de variedades resistentes o tolerantes al agente causal. Además, evitar un exceso de fertilización nitrogenada y regular la población de plantas. Sin embargo, la intensificación del cultivo y temporadas de precios atractivos ha llevado a desestimar lo anterior buscando maximizar el rendimiento. El empleo de fungicidas foliares en avena ha sido una práctica poco común en el país debido a la buena sanidad del cultivo y también por razones de tipo económico. Si bien hay productos efectivos en el control de este patógeno, hay escasos antecedentes experimentales sobre la efectividad de los diferentes productos fungicidas, como tampoco sobre los momentos de aplicación más adecuados, ni la rentabilidad de eventuales tratamientos. La sola presencia del hongo en algunas hojas no debe ser motivo de preocupación. Sin embargo, cuando se aprecia con facilidad los síntomas en hojas basales, y además es posible detectarlos con cierta facilidad en la mitad superior de la planta al comenzar ésta a emitir la panoja, es una situación de eventual riesgo que amerita un eventual tratamiento con fungicidas si la siembra cumple con una o más de las condiciones de riesgo señaladas anteriormente.
Septoriosis o mancha de la hoja
Es causada por el hongo Stagonospora (ex Septoria) avenae f. sp. avenaria. La septoriosis de la hoja de la avena se presenta comúnmente en regiones de alta pluviometría primaveral, como lo es la zona sur. Sin embargo, es de baja incidencia en el país y no se han observado daños de importancia económica. Se la puede detectar desde fines de invierno en hojas basales, y luego en hojas superiores, particularmente en temporadas con abundantes precipitaciones primaverales. La lluvia es precisamente la que favorece la enfermedad.
Los síntomas se caracterizan por la presencia de manchas necróticas en las láminas foliares, de color café oscuro, en su mayoría ovaladas, de 2 a 8 mm aproximadamente, rodeadas de un halo amarillento. También pueden presentarse en las vainas foliares que rodean el tallo. A diferencia de la septoriosis del trigo, en este caso no es posible apreciar los cuerpos frutales asexuales (picnidios) a simple vista, puesto que éstos son subepidérmicos. Hacia el periodo de emisión de panoja y bajo condiciones favorables para la infección, se desarrollan lesiones de color negro en el tallo pudiendo producir tendedura. El manchado oscuro de los granos de avena se ha visto asociado a esta enfermedad, cuando existe una alta infección que compromete la hoja bandera, lo cual sólo ocasionalmente ocurre en esta zona. En el sitio web www.eeagrodelsur.cl pueden encontrar una guía pictórica con imágenes de esta enfermedad, para facilitar el diagnóstico.
Si bien hasta la fecha, la septoriosis o mancha de la hoja de la avena no causa daños de importancia económica en nuestro país, su incidencia es reducida con variedades más tolerantes, con rotación de cultivos, y el manejo de la época de siembra para escapar de la mayor pluviometría.
Por: Orlando Andrade V.
Ing. Agrónomo, Ph. D.
Fitopatólogo
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