Publicado el 27 septiembre, 2021 | por editor
Praderas ante el nuevo escenario climático
En los últimos años, y principalmente esta temporada, hemos visto un aumento en los eventos extremos del clima, como lluvias torrenciales e inundaciones, olas de frío y calor y, sequías. Las praderas y pasturas tienen que adaptarse a estas nuevas condiciones, y deben hacerlo de la mejor forma posible para que nuestro sistema productivo ganadero siga siendo rentable. En este contexto, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), cuenta con un Programa de Mejoramiento Genético (PMG) de forrajeras por más de 30 años, el que desarrolla investigación en el manejo productivo de praderas y adaptación de especies forrajeras a diferentes condiciones medioambientales.
Las praderas se caracterizan por poseer más de una especie forrajera, confiriendo una mayor capacidad de adaptación a los cambios en el medioambiente. Al tener varias especies forrajeras presentes en la pradera, es fácil encontrar diferentes patrones radicales, requerimientos nutritivos e hídricos y momentos de floración. Dicha capacidad de adaptación es la que debemos buscar al momento de establecer una pastura para pastoreo, de manera de tener el menor impacto climático negativo posible sobre la producción y persistencia de la pradera.
Una de las mezclas de gramíneas que ha ido cobrando fuerza en los últimos años es la ballica perenne-festuca-pasto ovillo. La ventaja de esta mezcla es tener especies que poseen una buena tolerancia a la sequía, como son la festuca y especialmente el pasto ovillo, con un sistema radical de mayor profundidad que la ballica. Por su parte, las ballicas producen una gran cantidad de materia seca (kg ha-1), pero son mucho más sensibles a la sequía de verano, lo que puede provocar una baja persistencia. En las últimas tres temporadas, este tipo de mezcla ha tenido un rendimiento entre 9.000 y 10.000 kg ha-1 de materia seca (MS), tanto en el valle central como en precordillera de acuerdo a resultados obtenidos en parcelas demostrativas.
COMERCIALIZACIÓN
En la actualidad se comercializan variedades de festuca y pasto ovillo de distintas empresas, con una muy buena palatabilidad y rendimiento de materia seca, persistencia, tolerancia a la sequía y distinto grado de resistencia a heladas y anegamiento, que facilitan su inclusión en el establecimiento de praderas.
Otra especie que ha tenido muy buenos resultados en ensayos en el valle central y en precordillera es el bromo. La variedad comercial Bromo Póker INIA, ha mostrado una alta tolerancia a la sequía y altamente persistente. Además, destaca por la ausencia de latencia de verano, se adapta muy bien al pastoreo intensivo y frecuente, teniendo como resultado una alta producción de materia seca, la que puede variar entre 7.000 kg ha-1 de MS en precordillera-cordillera a 10.000 kg ha-1 de MS en el valle central. Sin embargo, no se recomienda para zonas con problemas de drenaje.
Tanto la festuca, pasto ovillo y bromo son una excelente opción para ir adaptando nuestras pasturas a condiciones climáticas más inciertas. Sin embargo, su gran limitante hoy es lograr un buen establecimiento, ya que todas ellas son mucho más lentas que la ballica y malezas, las cuales son muy competitivas en el uso del espacio. Por esto se requiere de una muy buena planificación previa, que considere el control de malezas, corrección de déficit nutricional y problemas físicos de suelo.
Un punto importante a considerar en el manejo de estas especies es la fertilización. Las praderas y pasturas con un buen nivel de fertilización, principalmente de nitrógeno, presentan una mejor tolerancia al estrés hídrico. Esto se debe a que su sistema radical es más grande, con una mayor actividad microbiana, con una producción foliar que protege una mayor superficie de suelo, disminuyendo su temperatura y evaporación.
Otra muy buena opción son las leguminosas, como el trébol rosado, la alfalfa y tréboles anuales. El trébol rosado es un excelente acompañante de ballicas o mezclas de gramíneas, en zonas como el secano costero, valle central y precordillera de la Región de La Araucanía. El Instituto ha desarrollado las variedades Quiñequeli INIA y posteriormente Redqueli INIA y Superqueli INIA, con una mayor tolerancia a la sequía, mejor persistencia y rendimiento que Quiñequeli INIA. Sin embargo, el bajo consumo de semilla de trébol rosado ha hecho que salgan del mercado.
En los últimos años se ha estado trabajando en variedades de alfalfa de secano para pastoreo. Dichas variedades están pensadas principalmente para las zonas de secano, desde la Región del Maule hasta La Araucanía, adaptándose a sistemas productivos de bovinos y ovinos.
Contar con especies forrajeras perennes con la suficiente resiliencia a estos nuevos escenarios climáticos, nos entrega otros beneficios que deben ser considerados, como tener una cobertura vegetal que entrega al suelo una barrera física contra la erosión hídrica y eólica, evita el encostramiento del suelo y, mejora el reciclaje de nutrientes y la actividad microbiana, manteniendo la salud del suelo.
Tarde o temprano, todos los sistemas productivos ganaderos basados en pradera, requerirán de una adaptación a través de la incorporación de nuevas especies y variedades forrajeras, mejor y más eficiente fertilización y, manejo del pastoreo, con tal de evitar los daños provocados por eventos climáticos anormales y mantener la sostenibilidad del sistema.
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