Publicado el 26 septiembre, 2018 | por editor
Perros protectores: una solución para frenar ataques a rebaños ovinos en el sur
Panchita lleva 10 años como protectora de su rebaño. Se trata de una perrita mestiza que fue amamantada por una oveja como una más de sus crías en Chiloé. Ahora como líder de su manada las protege, principalmente, del ataque de perros asilvestrados o que no cuentan con una tenencia responsable y salen a cazar, aves rapaces, y de ladrones de animales.
Luisa Ruiz, fue una de las primeras productoras agrícolas que se atrevió a participar del proyecto Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), en Curaco de Vélez en 2007, para transformar perros mestizos –el típico quiltro- para cuidar al rebaño del ataque constante de perros salvaje en los campos de la isla. Se trata de una práctica ancestral en nuestro país que ha tenido gran éxito sobre todo en el cuidado de rebaños de cabras y ovinos en la precordillera andina, en donde está la amenaza del puma, predador que en una sola noche puede diezmar a un rebaño desprotegido.
Desde la llegada de Panchita, ” ya no tuvimos ataques de perros ni pájaros ni nada, que eran seguidos, especialmente en las pariciones. Ella las cuida, espanta a los invasores y las trae hacia la casa”. Luisa ya está orgullosa del trabajo de su perra, aunque reconoce que la decisión no fue fácil.
Antes de que llegara su mestiza tenía nueve ovejas, algunas listas para parir, y una noche entraron los perros y cuando se levantamos estaban todas tiradas, muertas o muy heridas. “Nos quedamos con un puro carnero”, cuenta.
Este escenario es cada vez es más frecuente en la zona. Otra experiencia exitosa es la de María Angélica Loaiza y su perra Chispita.
Esta pequeña agricultora dedicada la producción ovina de Quinchao, gracias a la labor de Chispita ha podido aumentar su rebaño de 12 a 18 vientres y con expectativas de seguir creciendo gracias a la protección de su mestiza.
“Chispita llegó con apenas 4 días al campo. Yo al principio no estaba muy convencida de este proyecto, pero con el tiempo me he dado cuenta lo importante que ha sido para cuidar a mis ovejas. Acá toda la isla está sufriendo con el ataque de jaurías de perros y en este año que he tenido a Chispita conmigo realmente nunca más he sufrido pérdidas por culpa de los perros. Estoy muy contenta con ella y ojalá que más agricultores puedan tener un perro pastor en sus campos”, destaca María Angélica.
PROYECTO
Francisco Márquez, médico veterinario y ejecutivo integral de la agencia de Área Indap Quinchao, fue quien puso la primera piedra de este proyecto de perros protectores de ovejas en la Agricultura Familiar Campesina.
En 2006, Francisco llegó a trabajar Chiloé, donde decidió poner en práctica parte de lo aprendido en una gira técnica en Loncoche, donde conoció de cerca la experiencia de los perros guardianes.
En 2007 tras mucho insistir y perseverar logró rescatar a Panchita, la primera perra pastora, esto tras conocer positivas experiencias en una gira técnica en Loncoche.
“Esto ha sido parte de mi vida. En 2007 partimos con la primera perrita. En un principio hubo resistencia, pero paulatinamente los productores se fueron abriendo más la idea”, dice.
La iniciativa, cobró más fuerza a mediados de 2014 logrando exitosamente convertir a perros mestizos, comunes y corrientes, en celosos cuidadores de rebaños ovinos, que en las zonas campesinas de la Patagonia chilota son constantemente amenazados por perros asilvestrados.
“La crianza artificial de perros pastores mestizos para proteger el rebaño ovino se sustenta en varios factores como los costos de implementación, que son muy bajos, costos de permanencia, el tiempo de dedicación total y, por supuesto, en los excelentes resultados finales, donde la mortalidad por ataques de perros es prácticamente cero, lo que aumenta los ingresos de la pequeña agricultura y les permite un real desarrollo productivo”, explica el ejecutivo integral del área Indap Quinchao, quien ha liderado junto a Franklin Linz, Jimena Cárcamo y Jorge Hurtado, este proyecto.
Actualmente en el Area de Curaco de Vélez y Quinchao tienen 11 perros mestizos trabajando. Además luego de ganar el tercer lugar en el concurso Funciona!, que premia y promueve la innovación en los servicios públicos del país, se realizó un llamado a concurso en 2017 para bonificar la compra de alimentos y medicamentos hasta el año de vida.
Aún así reconoce el profesional que hay un tema de credibilidad de esta práctica, por lo que aún no se ha logrado implementar de forma masiva.
“Hay que dedicarse y trabajar bien para que el animal se transforme en un buen perro pastor, de una crianza desde pequeño como si fuera una oveja más, de preocuparse del manejo sanitario, de una correcta alimentación y de un trato especial con el animal, ya que no es un perro más de la casa, es un protector específicamente del rebaño”, explica.
CRIANZA
“Son dos meses de atención, es una técnica muy simple, pero compleja a la vez”, sostiene el experto, quien agrega que no hay que olvidar que se trata de una tradición ancestral.
Francisco recalca que para que esta iniciativa resulte exitosa se debe coincidir el parto de una perra con la lactancia de las ovejas. Se retira al cachorro entre los 5 a 10 días de vida, cuando aún tiene los ojos cerrados y se cria como una oveja, para lo que se recomienda construir una guarida especial para el alojo del cachorro dentro del cobertizo, junto con el rebaño.
Esta experiencia piloto ha permitido a los pequeños productores retomar la confianza en su actividad ganadera. Destaca su carácter innovador y también el beneficio económico, “ya que lo puede hacer cualquier agricultor; los perros están ahí mismo, muchas veces abandonados, y sólo hay que invertir en su alimentación y cuidados veterinarios”.
Basta hacer un poco de memoria para rescatar la tradición popular. “Está el trabajo de nuestros antepasados que criaban rebaños cabríos y los protegían de los pumas. En rebaños de 80 cabras te sacaban 2 cabras al año, en la cordillera. Esa memoria histórica que se había perdido la rescatamos y la trajimos aquí”, insiste.
En Europa, los perros desde siempre han cuidado ovejas. “Allá trabajan con razas especializadas, algunas han llegado a Chile y son perros inmensos de 80 kilos adultos. Un ejemplo es el gran pirineo; sin embargonuestros pequeños agricultores que tienen en promedio 15 a 20 ovejas, no tienen la capacidad para alimentar un perro con estas características. Tendrían que vender sus corderos”, dice.
Y tiene razón el gran pirineo, por ejemplo, cuesta sobre los 200 mil pesos. “Algo impensable para la agricultura familiar campesina”.
Otro punto que le preocupa es la posible cruza de esta raza foránea con perros asilvestrados, lo que igual podría provocar un problema mayor.
“Me preocupa, porque si un macho, no se castra y se cruza con una perra asilvestrada puede parir unos inmensos ejemplares, los que podrían quedar sin control”, advierte.
Twittear