Publicado el 23 abril, 2018 | por editor
Lupino para alimentación humana: la apuesta de la industria
En un escenario donde los cultivos tradicionales enfrentaron bajos precios y en el que la demanda de ingredientes proteicos vegetales para consumo animal por parte de aves, cerdos, vacunos de engorda y de lechería, está cobrando similar relevancia a la demanda de los salmones, el lupino dulce surge como una alternativa productiva interesante.
“Pese al menor precio del dólar, la brusca alza del precio de la harina de soya importada pone al lupino en un mejor escenario y el lupino blanco es sin duda la mejor opción para producir proteína en el sur del país”, comenta Víctor Hernández, gerente de la planta Soprodi en Los Ángeles.
Hernández destaca el acercamiento con Inia Carillanca con el objetivo de buscar un cultivo que apoye la rotación de cultivos de los agricultores en la zona del Biobío.
“En el lupino vimos un producto que no solo nos podía apoyar en esto, sino también un cultivo que era factible de proteger frente a los cambios internacionales. En lo particular, Argentina bajó los aranceles de maíz a cero y con eso dejó muy baratos a otros cultivos extensivos, dejando a los agricultores sacando cálculos para poder producir. El lupino fue todo lo contrario, porque la última experiencia nos permitió corroborar que descascarado se obtiene holgadamente más del 40% de proteína, con un extracto etéreo sobre el 8% y con una cascarilla que también tiene un gran mercado, igual que la harinilla”, explica.
POSIBILIDADES
¿Qué significa esto?. Que el lupino es un producto que puede competir con la soya, la cual en Argentina paga un 27% de arancel, y que cada día va en aumento.
“Además, existe una barrera logística, de distancia, para que la harina de soya llegue a los productores e industriales chilenos, ya sea salmoneros, avicultores, productores porcinos, lecheros o engorderos, quienes tienen un costo mínimo de transporte de 100 dólares, lo que encarece el bolsillo y por lo mismo protege al lupino”, indica Hernández.
Aclara que en cultivos como avena se pagó menos de $100, trigo $130 y menos, en el maíz se llegará a $115, mientras que el lupino se está pagando a $180.
Hernández explica que además de las enormes ventajas que entrega el lupino en la tierra que permite mejorar otros cultivos, hoy les motiva llevarlo a un mercado donde se venda como un commodity, están buscando un mercado para el lupino que vaya al nicho que merece como harinas para celiacos o diabéticos.
“Estamos buscando mercado para la alimentación humana, para quienes buscan lo saludable, que es donde creemos que este producto no bajará de precio. Tenemos la esperanza de exportar y llevar a China mezclado con otras harinas, donde podremos sacar realmente el mito que dice que el lupino solo se produce en La Araucanía. Como empresa hemos mostrado que Alboroto Inia puede sembrarse en el Biobío, desde Mulchén al norte hasta Chillán por lo sectores de cordillera y costa, con y sin riego y con rendimientos mejores que La Araucanía”.
Actualmente Soprodi está comprando lupino y promoviendo la siembra de la variedad Alboroto INIA. “Nosotros mecanizamos, hacemos el grit, haremos harina y exportaremos para sacar el mejor precio y pagar a nuestros productores por calidad, quienes en definitiva generan el grano. Don Jorge Parra es la persona encargada de contratos de siembra y compra de lupino”, puntualiza Hernández.
LUPINO BLANCO
Según el fitomejorador y creador de la variedad Alboroto Inia, doctor Mario Mera, para encantar a los agricultores es necesario contar con variedades de lupino precoces, de alta productividad, buen tenor proteico y facilidad de cosecha, características en las que destaca la variedad Alboroto INIA generada por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias.
Además, la visión expuesta por la empresa privada con este cultivo y los resultados obtenidos por los agricultores confirman que el lupino blanco es la mejor opción de cultivo proteaginoso en Chile. Por ahora, el lupino amarillo dista de ser una opción comercialmente viable porque su mayor contenido de proteína no compensa su bajo rendimiento, y el lupino australiano, aunque permite buenos rendimientos, tiene un contenido proteico relativamente bajo.
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