Publicado el 11 abril, 2016 | por editor
Los costos del estrés calórico en la producción lechera
El impacto del estrés calórico, fenómeno en el cual la vaca genera más calor que el que puede disipar, es alto. Se habla de pérdidas millonarias por la caída en la producción de leche, razón más que suficiente para que el Consorcio Lechero se involucre y genere conocimiento en torno a este tema.
Altas temperaturas y la exposición prolongada al sol, sin sombra adecuada, pueden provocar desde incomodidad a la vaca hasta fuertes bajas en producción de leche, que pueden llegar hasta un 30%.
La visita del especialista israelí Israel Flamenbaum, con días de campo y trabajo con productores al alero del programa de Bienestar Animal del Consorcio Lechero, proyecto que se desarrolla desde 2014 con apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), puso en la agenda de los productores esta problemática.
El experto enfatizó en que se trata de un un tema en el cual hay mucho por investigar y difundir a nivel de productores.
“A través del trabajo entre instituciones estamos generando información para que se tome conciencia sobre un problema que afecta la productividad de los rebaños, pero que una vez conocido, tiene la posibilidad de ser mitigado”, explica la coordinadora del proyecto Bienestar Animal del Consorcio Lechero, Danitza Abarzúa.
Desde el Consorcio además aseguran que la participación de Inia Remehue y DeLaval han sido fundamentales en la generación de conocimiento sobre el tema en Chile.
¿QUE ES ESTRÉS CALORICO?
¿Qué causa el estrés calórico en las vacas?. Sergio Iraira, investigador de Inia Remehue, da la respuesta. Iraira sostiene que existen algunos trabajos a nivel internacional que señalan que el estrés calórico provoca algunos cambios en el comportamiento de las vacas, tales como una disminución en la ingesta de materia seca, un aumento en el consumo de agua y disminuye el tiempo de rumia.
“Sumado a lo anterior y como impacto no menor se ha determinado una disminución entre un 5% y 10% en la eficiencia de conversión de alimentos. Todos estos cambios a la larga llevan a que la producción de leche disminuya entre un 10% y 30%, aunque la magnitud de esta caída en la producción está relacionada con la intensidad de estrés calórico y el tiempo de exposición. Algunas mediciones han registrado una caída en la producción de 0,3 lt/hr de exposición a estrés calórico”.
El estrés calórico, explica, no es sólo consecuencia de una alta temperatura ambiente sino que es el resultado de la combinación entre ésta y la humedad relativa (HR). Así, por ejemplo, se puede hablar de condición de estrés cuando se presente alguna de las siguientes combinaciones: 25,5 °C y 20% HR; 22,5°C y 50%HR o bien 20 ,0°C y 80% HR.
Y, al contrario de lo que podría sostenerse, el estrés calórico puede afectar a distintas zonas productivas. Por ejemplo, en el sur de Chile. “Al respecto es importante señalar que en base a los registros de temperatura y humedad relativa de los últimos cinco años obtenido de las distinta estaciones meteorológicas ubicadas entre la región de Los Ríos y Los Lagos se ha determinado existen condiciones de estrés calórico durante el mes de enero y febrero principalmente. Esto no se trata de poner alarmas a los productores, sino mencionar que es un problema que está presente en el verano y que es importante considerar algunas normas de manejo que pueden reducir su impacto sobre la producción y reproducción de las vacas”.
Inia Remehue, en una primera etapa está en la misión de definir o cuantificar el problema de estrés calórico en las distintas macrozonas lecheras del país, información que se genera a partir de los registros obtenidos en www.agromet.inia.cl.
A nivel nacional, explica Iraira, se han llevado a cabo algunos estudios en la región del Bío Bío, evaluando principalmente bajo condición de estabulación. Al respecto, durante el año 2015 y 2016 se han implementado algunos experimentos que dirigidos a cuantificar el impacto del estrés calórico en sistemas pastoriles tradicionales de la región de Los Lagos.
“En esta evaluación se han considerado algunas alternativas de manejo que permitan reducir el impacto de este estrés bajo condición de pastoreo, información que esperamos poder entregar en un corto plazo, obviamente antes del próximo periodo estival”.
El investigador de Inia Remehue, Rodrigo Bravo agregó que la determinación de zonas de mayor o menos estrés calórico permitirían establecer los riesgos de ocurrencia de eventos de este tipo, cuantificando el momento del año de ocurrencia de estos fenómenos, la frecuencia, la intensidad y la duración. Con esta información el productor ganadero puede evaluar qué medidas de manejo se adecúan mejor a su realidad local para evitar o mitigar los efectos sobre el negocio ganadero.
Por ejemplo, agrega Bravo, si las condiciones son para eventos de alta intensidad, duración y frecuencia, es probable que al productor le sea conveniente adquirir equipamiento permanente invirtiendo recursos en la mitigación de los efectos del estrés calórico. En cambio, si los eventos son menos frecuentes, de poca intensidad y duración quizás con medidas de manejo (más agua, sombra, etc) sea suficiente para solucionar el problema. Lo importante es que el productor pueda disponer de dicha información, sepa interpretarla y aplicarla a la realidad de su negocio.
“Lo que se está haciendo es utilizar los datos de la red agrometeorológica de Inia, principalmente temperatura y humedad relativa, para calcular el índice de estrés calórico en animales bovinos. La red posee más de 100 estaciones en todo el país y entre las regiones Metropolitana a Los Lagos, cerca de 70, lo que permite monitorear en tiempo real las condiciones ambientales. Esta red posee en su mayoría más de 5 años de datos horarios, lo que nos permite estimar una zonificación del índice de estrés calórico y señalar, con una buena aproximación, las localidades o territorios donde han sido más frecuente los eventos de alto índice de estrés calórico en los últimos años, y generar otros indicadores como duración e intensidad de los mismos. Si complementamos con la información de las macrozonas lecheras definidas por los estudios realizados en el marco del Consorcio Lechero, lo que se espera obtener es un marco de orientación para los productores lecheros respecto a la ocurrencia de eventos de estrés calórico que les permita orientar sus decisiones, dadas las características de intensidad y duración”.
LAS MEDIDAS
Enrique Bombal, médico veterinario de DeLaval, explica que no existía información a nivel nacional ni se ha tomado conciencia sobre el tema. “Hoy, claramente podemos decir que las vacas sometidas a períodos de estrés calórico en Chile, disminuyen su performance productivo, describiéndose distintos efectos negativos que debiesen tener presente los productores, entre los que sobresalen una disminución significativa de la producción de leche, una disminución de la grasa y la proteína láctea, el incremento en el recuento de células somáticas en la leche, una caída en parámetros reproductivos (en la tasa de concepción y en la detección de celos), aumento en la tasa de descarte involuntario de animales, una disminución de la eficiencia nutricional y un aumento de la tasa de problemas de salud general y de salud de la ubre”.
El estrés por calor, informa Bombal, puede ser definido como una condición en la cual el animal es incapaz de mantener un equilibrio entre la producción y las pérdidas de calor corporal, que influye en el comportamiento y en los parámetros fisiológicos y productivos, disminuyendo marcadamente el bienestar animal.
“Cuando la vaca está sometida a estrés calórico, su comportamiento se ve afectado mostrando una disminución de su actividad general, disminuyendo la rumia, incrementando el consumo de agua, se reduce el consumo de alimento (materia seca), tienden a buscar sombra y los pisos húmedos, así como zonas de ventilación natural. Además, las vacas tienden a estar paradas y por su comportamiento de grupo y por ser “un animal presa” tienden a estar “amontonadas”, lo que complica aún más la disipación de calor”.
Lo importante es que es posible mitigar el estrés calórico. Dentro de las estrategias más importantes y prácticas, cuenta Enrique Bombal, está el considerar una mejora en las instalaciones, destacando primeramente la disponibilidad de sombra para los animales en cantidad suficiente para reducir la radiación solar directa, mejorar las prácticas nutricionales y dentro de este punto considerar la disponibilidad de agua.
“Además, hoy debemos considerar la implementación de “métodos de enfriamiento eficiente” para vacas, los cuales incluyen sistemas de ventilación más aspersión, utilizamos la evaporación del agua de la superficie corporal para disipar el calor, en ambientes como el patio o la sala de espera y a nivel de la línea de comederos, y adicionalmente considerar implementar sistemas de ventilación forzada en la zona de las camas o echaderos y a nivel de la sala de ordeña”.
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