Publicado el 27 julio, 2020 | por editor
La industria del salmón y su vínculo con la agricultura en Chile
En el actual escenario, marcado por la pandemia por Covid-19, la salmonicultura no baja los brazos. Así lo reconoce, Ricardo López, representante de SalmonChile en La Araucanía, quien sostiene que pese al impacto económico experimentado por la industria -tal y como ocurre con todos los sectores- las circunstancias, en muchos aspectos, son positivas.
“En estos meses de pandemia los salmoneros nos hemos acercado mucho más a las comunidades, a través de nuestra campaña “Comprometidos con el Sur”, que consiste en un fondo de $2 mil millones para fortalecer los hospitales y centros médicos de las zonas en las que trabajamos”, cuenta López.
En términos de cosecha acumulada al mes de mayo -aclara- que han tenido un crecimiento de un 4,7%. Esto a pesar de establecer estrictos protocolos sanitarios que significaron disminuir la producción para mantener el debido distanciamiento social y así cuidar a sus colaboradores.
López además precisa que se han consolidado como el principal generador de empleo en la zona. “Hoy, las regiones salmoneras tienen las mejores tasas de empleo del país, en contraste con otras regiones que muestran un alto desempleo, incluso de dos dígitos”.
VÍNCULO CON EL AGRO
La producción de salmones de exportación continúa y con ello se sigue consolidando el vínculo de esta industria con el agro nacional, nexo que partió hace tres décadas, con las primeras investigaciones entre la industria de la nutrición animal y la industria salmonera, para buscar mecanismos de innovación alimenticia que permitieran mejorar la sustentabilidad y aportar a la biodiversidad ambiental.
“En los granos del agro encontramos una respuesta para producir una proteína saludable y sustentable para proyectar debidamente la industria salmonera en el tiempo”, explica López, quien advierte que en Chile, la demanda por granos es de alrededor de 1.200.000 toneladas al año, fundamentalmente de trigo, lupino y raps canola.
“En la actualidad, se destinan alrededor de 70 mil hectáreas anuales de cultivo chileno, de las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, principalmente. Sin embargo, el requerimiento es mayor para suplir las necesidades de la industria, por lo que existe el desafío de aumentar la producción de estos insumos para satisfacer la demanda y generar un polo de desarrollo agrícola”, dice.
El representante de SalmonChile en La Araucanía recalca que, pese a la pandemia, hay una demanda nacional por alimento para los salmones no satisfecha. “Esperamos que esto sea transitorio y que la demanda de salmón chileno en el mundo retome los niveles normales. Estimamos que hay un potencial del agro chileno para llegar a 200 mil hectáreas anuales, por lo que la brecha es elevada y es deseable el contar con producción nacional que permita favorecer la agroindustria nacional”.
Los granos que requiere la industria son cada vez más y de diferentes características. Entre ellos, raps canola, trigo y lupino.
“La industria del salmón requiere proteínas e insumos de excelencia para la alimentación de sus peces. Esto, debido a la alta calidad nutricional de la proteína del salmón y la presencia del producto en alrededor de 100 mercados en el mundo, con más de 10 millones de porciones diarias que se consumen, fundamentalmente, en Estados Unidos, Japón, Brasil, Rusia, China y Europa”.
En este contexto, López insiste en que el camino para satisfacer esta demanda insatisfecha es aumentar los esfuerzos de la agroindustria nacional en aspectos de calidad, rendimientos y calidad de granos, con disponibilidad para asegurar el abastecimiento continuo y con certificaciones que incorporen buenas prácticas de manejo de productos, estandarización, trazabilidad e inocuidad.
“Existe una tremenda oportunidad ligada a la asociatividad, eficiencia, competitividad y sustentabilidad del negocio de la agricultura nacional”, concluye.
CULTIVOS
El raps canola es uno de los cultivos que depierta interés en esta industria. Según precisa Max Boehmwald, subgerente Agrícola de las Empresas Agrotop, esta oleaginosa se mueve entre las 55.000 a 40.000 ha en el país.
“Las últimas dos temporadas la superficie ha decrecido en el orden del 10% anual y en este 2020 se establecieron 40.000 ha”, afirma. Además precisa que al igual que en otros cultivos se ha visto un crecimiento en los precios, especialmente en las últimas dos temporadas. “La demanda sigue fuerte y la producción local está lejos de poder satisfacerla”, reconoce.
Carlos Sandoval, gerente de Finanzas y Abastecimiento de Empresas Agrotop, reafirma esta postura y advierte que la actual demanda de aceite de raps por parte de la industria de alimentos para salmones sigue estable.
“Dado que la producción nacional no alcanza a satisfacer el 40% de lo requerido, no vemos que pueda afectar la estabilidad del cultivo, solo vemos espacio para crecer. Actualmente cerca de 2/3 del consumo nacional de aceite de canola proviene desde Canadá, siendo este un factor relevante al momento de determinar la competitividad del raps en Chile”, dice.
Agrotop, a través de Oleotop, maneja un rango entre 25.000 y 30.000 ha distribuidas desde Linares a Purranque y al igual que en la avena les interesa fomentar la agricultura de contrato.
Entre las exigencias para este grano es que llegue lo más seco posible, ideal bajo 8,0 % humedad y limpio. “El transporte también es importante, en este sentido no se aceptan recepciones en camiones provenientes de uso para ganado”, explica Max Boehmwald.
POR QUÉ EL CAMPO
Como ya se dijo los insumos que requiere la industria para elaborar los alimentos son variados, con diferentes características y distintas funciones. Entre algunos de los ingredientes vegetales destacan el raps, el trigo y el lupino.
Adrián Hernández Arias, doctor en Bio Ciencias Acuáticas y profesor asociado del Departamento de Ciencias Agropecuarias y Acuícolas de la Facultad de Recursos Naturales de la Universidad Católica de Temuco, explica que el interés de la salmonicultura por el uso de ingredientes vegetales y otros alternativas obedece al interés de reducir el contenido de aceite y harina de pescado en las formulaciones por razones asociadas a la sustentabilidad de la industria.
“La acuicultura en un principio ocupaba altos niveles de ingredientes marinos para la alimentación de los peces. En un comienzo se trataba de insumos relativamente baratos y accesibles. El aumento de la demanda derivó precisamente del crecimiento de la industria acuícola y entonces el costo de estos ingredientes se elevó. Además, existen cuestionamientos acerca de la sustentabilidad de las pesquerías y del impacto de la sobreexplotación de este recurso. Los desembarcos de las especies de peces pelágicos que se utilizan para la reducción y producción de estos insumos son cada vez más reducidos”, dice.
En este escenario la agronomía cumple un rol determinante, ya que la producción de muchos de los insumos requeridos para alimentar a los peces se puede controlar y ya no se depende de la extracción y la productividad natural. “Tú puedes planificar una siembra, controlarla y cosechar en tiempos definidos. Claro que te enfrentas a ciertas circunstancias de la naturaleza, pero de alguna forma la producción puede ser controlada. Puedes tener la posibilidad de obtener rendimientos adecuados para reemplazar la harina de pescado que se produce en millones de toneladas. En vegetales, tú puedes producir incluso niveles más altos”, recalca.
En cuanto a los granos demandados por la alimentación de los salmones, Hernández, sostiene que cada uno tiene un rol nutricional específico.
La harina de trigo –por ejemplo- aporta los almidones necesarios para lograr un adecuado procesamiento de los pellets. Permite aglutinar los diferentes ingredientes en el alimento y darle una estructura bien determinada.
Cuando se habla de fuentes proteicas para la dieta de los salmones la soya surge como primera alternativa, principalmente por su disponibilidad y precio. Sin embargo, Chile produce lupino, cultivo que cumple eficientemente esta función.
“En la dieta de los salmones hablamos de ingredientes proteicos cuando estos aportan un porcentaje significativo de proteína dentro de la fórmula. El lupino entrega proteínas de buena calidad nutricional, y el aporte dependerá de la especie o variedad. Esas harinas, dependiendo de la forma en la que se procesa la semilla, pueden aportar desde 40 a un 60% de proteínas. Todas las especies y variedades tienen diferente composición química y su aporte y valor nutricional también varía significativamente. Además, se puede modificar la composición y el valor nutricional con diversos tipos de procesamiento (químicos, físicos o biológicos)”, dice.
Hernández recalca que desde el punto de vista nutricional hay una cierta ventaja a favor del lupino, su problema principal es la baja producción con relación a otras alternativas.
“En variedades dulces se han logrado mejoras importantes en diferentes especies de lupino que se han desarrollado en Chile y que presentan por ejemplo cantidades menores de ciertos factores anti nutricionales; es decir, compuestos que pueden estar presentes de manera natural en la planta o semilla, y que tienen una función para la planta, pero para los cuales el animal no está adaptado”.
El aceite de raps cumple otra función. Es el aporte de la energía a través de los lípidos, principal fuente de ácidos grasos. Generalmente -explica el investigador- se combina con otros aceites de origen marino para que tengan un perfil adecuado para el requerimiento del salmón. “Se mezcla con aceite de pescado que es el ingrediente estándar por su calidad nutricional lo mismo que la harina de pescado”.
Hernández recalca que el tipo de ingrediente a usar en la formulación de las dietas para para la nutrición de los peces depende mucho de la especie a alimentar y en qué fase de crecimiento se encuentra.
“Cada especie tiene un requerimiento nutricional específico que debe ser tomado en cuenta a la hora de seleccionar ingredientes e incorporarlos a ciertos niveles en la fórmula de acuerdo al valor nutricional, el aporte de nutrientes y el uso digestivo de los mismos”, finaliza.
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