Entrevista Seminario FAO (28)l

Publicado el 25 mayo, 2015 | por editor

“La agricultura sostenible no funciona sin integrar al conocimiento tradicional”

Eve Crowley, representante regional adjunta para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en su paso por La Araucanía donde participó en un seminario organizado por la Universidad de La Frontera, analizó los desafíos de la agricultura y el uso de los recursos naturales.
La doctora, quien cuenta con amplia experiencia en temas institucionales, investigación y desarrollo en distintos países y en organizaciones internacionales de prestigio, asumió dicho cargo de la FAO en 2013 y en el desempeño de sus funciones ha estado principalmente ligada con la erradicación de la pobreza, el refuerzo institucional, los medios de vida sostenibles, la agricultura y el desarrollo rural sostenible, así como también el empleo rural.

tres dimensiones
La experta aclaró que la sustentabilidad considera tres dimensiones: ambiental, económica y social y estas tres son un desafío, particularmente, para Chile que tiene un crecimiento importante en la generación de alimentos para el mundo. Justamente, por su calidad de país exportador está más expuesto económicamente en su sistema alimentario y agrícola.
“Un ejemplo en Chile, en el área económica y que puede ser un poquito controversial, es que por muchas décadas su economía y sistema agroalimentario ha estado muy orientado hacia fuera y por eso todas sus metas son relativas a aumentar las exportaciones y a convertirse en potencia agroalimentaria. Esto es importante, pero no siempre ha pensado en el desarrollo interno y esto trae riesgo de inestabilidad de su sistema alimentario. Hay que preocuparse de tener los alimentos básicos en todos los periodos y durante crisis económicas”.
En términos sociales también se está en deuda. Explicó que la ciencia; si bien puede traer muchas innovaciones importantes para que éstas sean útiles y aplicables localmente necesita conocer la diversidad agroecológica y cultural. En esta materia hay mucho que avanzar.
“La gente que vive en un lugar tiene un conocimiento tradicional muy importante. La agricultura sostenible no puede funcionar sin integrar al conocimiento tradicional para enfrentar el cambio climático”, afirmó.
Ambientalmente hay temas pendientes. Dos de ellos, según precisó la experta, están relacionados con el cambio climático: la escasez de agua y la disminución de la biodiversidad.
“El cambio climático trae incertidumbre. El sur de Chile puede aumentar su producción agrícola, porque el calor viene en esta dirección y puede aumentar las praderas, pero otras zonas pueden sufrir más. Hay desafíos de agua, de energía, biodiversidad, cambio climático y de suelo. Este es el año internacional de los suelos y hay que preocuparse, porque lleva mil años transformar dos o tres centímetros de suelo y lleva segundos destruirlo. Tenemos reforzar prácticas que puedan crear suelo”.
Sobre los saberes ancestrales y su aporte a la sustentabilidad, la doctora aclaró de inmediato. “Nosotros creemos que Chile tiene grandes oportunidades para apoyar el desarrollo rural territorial, Chile es distintivo, especialmente porque un gran porcentaje de todas las zonas climáticas del mundo se encuentran aquí y esto implica que cada zona tiene sus recursos naturales, sus cultivos, su agricultura. La pregunta es cómo revalorizar esta diversidad agroecológica y cómo crear sellos territoriales, cómo trabajar con las comunidades para crear identidades culturales, biológicas y agrícolas conjuntas”.
Existe una experiencia muy interesante en Chiloé, Sistemas Importantes de Patrimonio Agrícola Mundial (Sipam), que son “zonas reconocidas por sus prácticas y conocimientos milenarios que hay que conservar, pero no como un museo sino con una forma de conservación dinámica, donde ellos cada vez más están adaptando las especies, están integran las nuevas y antiguas tecnologías. Algo así también se podría desarrollar en La Araucanía”.

agua y energía
En lo relativo al uso eficiente del agua y la creación de energía, confirmó que se trata de un tema altamente complejo de tratar, porque los intereses de los involucrados son muchas veces distintos.
“El agua, a veces, no es un tema de un sólo país. En muchas partes del mundo, el agua involucra más países, más territorios. Hay una dimensión política y el tema de gestión de espacios compartidos. Después hay una dimensión de una tenencia responsable de recursos de agua que implica repensar la distribución. Otro punto que hay que ver son las tecnologías para la gestión de aguas más eficiente. La agricultura ocupa el 70% del agua disponible en el mundo y eso es demasiado”.
En temas energéticos hay varios problemas, precisa. “En muchos estados no se sabe determinar si hay que usar tierra para la generación de bioenergía para la generación de alimentos. Nosotros apoyamos a los estados para que tomen esas decisiones en la medida que favorezcan la disminución de la pobreza y se respete los intereses sociales, económicos y ambientales”.
Un punto clave, para el éxito de estos proyectos, es que siempre se debe considerar a las poblaciones aledañas a la hora de elaborarlo y ejecutarlo.
“La FAO sacó recientemente unos principios de inversión responsable. Esto es algo acordado por muchos países y la idea principal es que muchas veces se quieren hacer inversiones para el sector agroalimentario, pero la pregunta es cómo ayudar a los países a negociar beneficios para las comunidades dónde esa inversión va estar, porque siempre habrá un costo local por la utilización de sus tierras”, precisa.
Crowley afirmó que no se trata de temas únicos de Chile, por eso la idea de la FAO es apoyar a los gobiernos para crear competencias y puedan negociar mejor para beneficiar a las comunidades donde se instalen.

MODIFICACIÓN GENÉTICA
La modificación genética es una de las áreas que generan más resquemor en la opinión pública. Al respecto, Crowley, afirmó que no se puede descartar.
“Es difícil tener una solución que funcione en todas partes, por ejemplo donde existe una cultura activa de adaptabilidad y la posibilidad de desarrollar sus propias semillas de manera tradicional esto puede ser suficiente y hay zonas donde hay poblaciones grandes, zonas muy marginales y ahí sí van a tener que producir alimentos. En esta zona algunos países podrán querer una solución de modificación genética, pero lo importante es reconocer lo que existe y conservarlo y después ver los beneficios y riesgos asociados a la modificación genética”.
Lo principal en esta materia es conservar el patrimonio genético que ya existe, pero considerando que ningún país depende sólo de sus semillas autóctonas.
“Aquí en Chile se está discutiendo el Tratado internacional de fitomejoramiento de las plantas para la alimentación que es un tratado que la FAO gestiona. Es importante, porque ayuda a reconocer los derechos de los agricultores relacionados con sus semillas entre otras cosas, pero Chile es uno de los pocos países de la región que no ha ratificado el tratado”, precisó.
Crowley agregó que “ningún país depende sólo de sus semillas autóctonas, por ejemplo las paltas no son originarias de Chile, el trigo tampoco. La frutilla en cambio sí es originaria de Chile, las papas y también los tomates, pero que diversidad de tomates tenemos, muy poca. Hay que analizar hasta qué punto se está tratando de conservar estas semillas”.


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