Opinión Beauveria_bassiana_31756

Publicado el 10 julio, 2015 | por editor

“La agricultura del futuro involucra cambios a nivel climático como tecnológico”

Por: Patricia Navarro G.
Entomóloga INIA Carillanca

La agricultura ha cambiado drásticamente desde finales de la 2da guerra mundial, desde que la necesidad por alimentación y fibra llevaron al uso de nuevas tecnologías, con el fin de intensificar los sistemas de producción. Estas nuevas tecnologías permitieron reducir el número de jornadas hombres y la mano de obra requerida, y aunque estos cambios lograron una serie de beneficios a los agricultores, también hubo impactos negativos como el agotamiento de los recursos no renovables, erosión del suelo y contaminación de aguas, entre varios otros.
A consecuencia de estos impactos negativos, se generó un movimiento en pro de una “Agricultura Sustentable”, cuya principal preocupación fue el efecto de la agricultura en el agotamiento de los recursos no-renovables. Dicho movimiento sentó sus origines en USA, Canadá y el oeste de Europa, popularizándose mundialmente a fines de los años 80’s. De esta forma, la agricultura sustentable consideró tres objetivos principales que son: 1) efecto medioambiental, 2) rentabilidad económica y 3) equidad económica y social. Para el desarrollo de este movimiento se estableció una serie de filosofías y prácticas que mantienen el término “Agricultura Sustentable” en constante evolución.
En el contexto agrícola, el termino sustentabilidad dice relación con la “necesidad de mantener los requerimientos del presente sin comprometer la disponibilidad de futuras generaciones”. En este sentido, la administración de recursos naturales y humanos es de vital importancia. En términos de recursos humanos, la responsabilidad social de las labores en el agro, impacto en comunidades rurales, salud y seguridad del consumidor, tanto en el presente como en el futuro (efecto residual), son parte de los requerimientos y de la visión de una agricultura sustentable e inclusiva.
La transición hacia una agricultura sustentable es un proceso que toma tiempo e involucra esfuerzos interdisciplinarios en educación e investigación, que debe ir de la mano con una legislación estructurada y fundamentada en información proveniente de la investigación. Esto último requiere no sólo de nuevos estudios y nuevos inputs a nivel científico, sino también de la colaboración de agricultores, consumidores y legisladores para un trabajo en equipo. Actualmente, en Estados Unidos, uno de los líderes en temática de agricultura sustentable, el gobierno ha destinado fondos para la investigación y educación de este tipo de agricultura a través del Departamento de Agricultura (USDA), división de Agricultura Sustentable Investigación & Educación (SARE). Las iniciativas financiadas por este fondo son desarrolladas por toda la comunidad ligada al agro, incluyendo investigadores, estudiantes, agricultores, comercializadores, entre otros (ver sitio web http://www.sare.org/Learning-Center/En-Espanol).

CONTROL BIOLOGICO
Hoy, uno de los mayores desafíos agrícolas es la reducción del uso de productos fitosanitarios, incorporando nuevas tecnologías de manejo integrado que reduzcan la presencia de residuos químicos y minimicen el impacto ambiental. Así, en el contexto de una agricultura sustentable, las tendencias en los últimos años, han incluido: 1) práctica de una agricultura más ecológica, 2) uso de sistemas de producción integrado, 3) auge del control biológico impulsado por el estado, 4) regulaciones más estrictas respecto al Límite Máximo de Residuos (LMR) de plaguicidas y 5) normativas más exigentes para el registro de productos fitosanitarios.
El control biológico (CB), es una de las áreas dentro de la agricultura sustentable que utiliza agentes naturales para reducir el daño causado por otros organismos. Por lo tanto, es una herramienta complementaria para el control de plagas, que ayuda a reducir el uso plaguicidas sintéticos, permitiendo mantener una agricultura más respetuosa con el medio ambiente. Sin embargo, el uso de técnicas de CB no es sencillo, ya que involucra un conocimiento acabado de la plaga que se trate, su ciclo biológico y su interacción con otros miembros de la comunidad ecológica donde se encuentra, siendo la correcta utilización de los agentes de control uno de los mayores desafíos en el uso de esta herramienta.
Respecto al auge del CB a nivel mundial, ha existido un impulso estatal en respuesta a las necesidad de reducir el impacto fitoquímico en las personas y el medio ambiente. Así por ejemplo, a finales de 2012, se solicitó a los miembros de la Unión Europea (UE) presentar planes nacionales con el fin de reducir el uso de productos fitosanitarios. Destacaron entre estos planes, el Francés, denominado “Ecophyto”, que buscó reducir en un 50% el uso de fitosanitarios en la agricultura y aumentar los espacios verdes para el 2018. También destaca la iniciativa de Dinamarca, que buscó duplicar la superficie de agricultura ecológica para el 2020.

QUÉ DEMANDA EL AGRO
La agricultura del futuro involucra cambios tanto a nivel climático como tecnológico, para lo cual necesitamos actuar en forma responsable. Si bien el uso de técnicas de control más amigables con el medio ambiente existe y son actualmente utilizadas en Chile, su desarrollo en nuestro país aún está en pañales si lo comparamos con países Europeos y del hemisferio norte. Los requerimientos de una agricultura sustentable deberán responder tanto a nivel de exportación como a nivel país, donde deberán existir impactos menos agresivos en la alimentación y en el medio ambiente. Para lograr dichos estándares, será necesario crear leyes más estrictas, que no sólo respondan a los requerimientos de la exportación, sino también hacia la producción y consumo interno de los chilenos. Será necesario conocer la carga residual de químicos presente en los productos vegetales que consumimos día a día y regular los Limites de Residuos Máximos (LRM) permitidos.
Para esto, es necesario invertir más en investigación y educación sustentable, donde el uso de técnicas de control biológico deberá ser uno de los pilares principales. Si bien, a la fecha existen opiniones a favor y en contra respecto a los resultados obtenidos a través del CB, debemos reflexionar respecto a qué esperamos de éste, y qué nos pueden aportar dichas metodologías en nuestro sistema agrícola y agroecológico. Debemos tener un accionar responsable respecto al uso de biocontroladores, ya que no podemos esperar que el CB solucione nuestros problemas en campo, si no sabemos bien qué es lo que necesitamos controlar, cómo es la biología del organismo que necesitamos controlar y cómo este interactúa con el resto de la comunidad ecológica. Para lograr tal objetivo es necesario invertir en conocimiento, con una mirada a largo plazo y considerando que todo controlador biológico es un organismo vivo, que no actúa solo, si no que interactúa con otros organismos constantemente, y que por ende, está sujeto a cambios.
Actualmente en INIA existe un banco de recursos genéticos microbianos llamado Centro Chileno de Recursos Genéticos Microbianos (CChRGM), ubicado en INIA Quilamapu, Chillán. Este cuenta con un laboratorio y equipos especializados para la conservación de microorganismos, los que han sido colectados a lo largo del país. En el banco existe una colección aproximada de 2 mil microorganismos entre hongos, bacterias y nematodos, los que están siendo evaluados por investigadores de dicha institución para determinar su potencial uso en el control biológico de plagas y enfermedades (ver sitio web http://www.cchrgm.cl).


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