Publicado el 6 agosto, 2018 | por editor
Experto entrega consejos para controlar a la mosca de las alas manchadas
La rápida propagación de la Drosophila suzukii, insecto conocido como la “mosca de las alas manchadas”, y el impacto productivo que podría provocar en los huertos de berries, especialmente en arándanos, al no ser controlada a tiempo, ha encendido todas las alarmas.
En La Araucanía, la detección de esta mosca ocurrió en zarzamoras ubicadas a orilla del camino entre Pucón y Villarrica en 2017, pero actualmente existen ejemplares desde las regiones de O’Higgins a Los Lagos. De ahí la preocupación de los productores y las autoridades agrícolas.
En este contexto, el Comité de Arándanos de Chile – Asoex junto a Corfo Los Lagos organizaron el seminario “Oportunidades y amenazas en la producción de arándanos en la zona sur: Drosophila suzukii, FSMA y Recurso Humano”, que se desarrolló el jueves pasado en Inia Carillanca, el que contó con un invitado internacional.
Se trata del destacado experto estadounidense en esta plaga, quien advirtió el daño que podría causar en las plantaciones de berries. Se trata del profesor Vaughn Walton, especialista de la Universidad de Oregon, con vasta experiencia en el manejo y control de Drosophila suzukii.
Walton, quien visitó los huertos de la zona reconoció que la industria chilena está bien preparada para abordar el tema, tiene información sobre la plaga y el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) ha realizado todo un trabajo de monitoreo; sin embargo, recalcó que siempre hay que estar alerta, ya que el potencial daño productivo es altísimo.
Se sabe que la mosca de alas manchadas se caracteriza por ser polífaga, por lo que puede adoptar distintas especies frutales como hospedero. Entre sus favoritos figuran los berries —moras, frambuesas y arándanos— y algunas especies de carozo, especialmente las cerezas. Todos estos son cultivos que se producen en la zona sur.
“Los productores saben dónde está la mosca y conocen las técnicas de control de otros países y se están adelantado al problema. Se está en un buen pie. No necesariamente va a ser un gran problema, pero hay que estar atentos, porque de acuerdo a las condiciones climáticas y los frutales que se producen acá (frambuesas, cerezas, arándanos y moras) la zona es susceptible para ser afectada por esta plaga. Además está el clima que favorece su propagación y existe un alto riesgo de que se transforme en un problema”, dijo.
Agregó que si hay un grupo de productores que trabaja el tema de manera correcta no habrá mayores complicaciones y se seguirá exportando. Sin embargo, hay que considerar que el país en superficies pequeñas produce una gran variedad de frutales, lo que significaría un factor de riesgo adicional para la propagación de la plaga.
“No es un tema que afecte la calidad de la fruta si se maneja de la manera correcta”, recalcó.
Mantener esta plaga bajo control implica realizar una mayor inversión. Así se podrá producir la misma calidad de fruta “el costo de no hacer este trabajo (control con pesticidas y biológico) se traduce en mayores pérdidas de frutas”.
“Un huerto que no se maneja puede tener un impacto de un ciento por ciento en una semana. En el caso de la industria en Estados Unidos las pérdidas podrían ser de hasta 500 millones de dólares”, dice.
Vaughn Walton advierte que es muy importante que las asociaciones de productores trabajen de manera conjunta y que se le pueda transmitir a los fruticultores los problemas, pero también las soluciones. “Eso es fundamental”, dijo.
Walton advirtió que en Chile puede replicarse el trabajo que se desarrolla en Estados Unidos. Se puede implementar los manejos culturales, agroquímicos y de biocontrol, pero hay un cuarto elemento igual de importante: el productor debe conocer el comportamiento de la plaga para su mejor control.
“Se necesita saber el porcentaje de adultos, de pupa, de larva, hay que entender esa biología, porque te permite controlar mejor la plaga. Ese es justamente el estudio que hicimos con distintos productos para determinar cuáles mataban adultos, cuáles mataban larvas. Estas experiencia es replicable”, señaló Walton, quien además aconsejó realizar investigaciones relativas a la flora nativa y cómo beneficia o perjudica el desarrollo de la plaga.
El investigador también precisó que como el mayor problema está en las frutas más tardías, porque las poblaciones de la mosca van aumentando, es recomendable el uso de variedades más tempranas y acortar los periodos de cosecha.
No obstante, como el tipo de variedades a usar depende muchas veces del mercado y de la mano de obra disponible es importante evaluar bien este consejo.
Es complejo cosechar alternativamente. Por ejemplo si se tiene tres variedades escalonadas y se ponen todas en un periodo se necesita tres veces la gente para cosechar y tres veces el tamaño de mercado.
Eso sí, Walton advirtió que en Oregon se vieron obligados a arrancar un huerto con arándanos tardíos, por lo difícil que era manejar la plaga.
“Las frutas que son más tempranas como las cerezas, no tienen tanto problemas, porque al principio existe menos población de la mosca y está va creciendo en la medida que avanza la temporada, por lo tanto quizás habrá menos inversión en manejo con químicos. Hay que analizar cuáles son las alternativas de manejo y control más adecuadas”, concluyó.
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