Publicado el 23 octubre, 2018 | por editor
El nuevo fruticultor chileno viene del sur
Los cambios en la industria de la fruta son tan rápidos que es muy difícil seguirles el ritmo. Sin embargo, hay una realidad que se ha hecho evidente en este último tiempo y esa es la explosión del Sur de Chile como nueva protagonista de la producción frutícola nacional.
Si el 2012 había plantadas cerca 22.700 hectáreas de frutales desde el Biobío hacia el sur, ahora encontramos más de 30 mil, un fenómeno que se da no solo por el cambio climático que permite cosechar este tipo de productos en el territorio. También, esto se debe a la demanda en el extranjero de alimentos de altísimo valor agregado como las cerezas, los arándanos y berries, además de los frutos secos como el avellano europeo, cultivos que pueden significar una rentabilidad importante para los agricultores de estas regiones.
Bien lo señalamos cuando el gremio fue a Osorno para nuestro Encuentro Regional con agricultores de Los Lagos: el sur de Chile cuenta con todas las condiciones de agua, de calidad del recurso hídrico y de suelo para una producción frutícola de óptima calidad.
Tal escenario provoca que la cereza, por ejemplo, se dé con un color muy atractivo en las zonas del sur, que sea crujiente y crocante, y termine siendo un producto muy apetecido en mercados dispuestos a pagar por él, como China y –potencialmente- destinos del Sudeste Asiático por los cuales estamos trabajando como industria, con el sector público, para prospectar.
EN REGIONES
Hay regiones como Los Lagos que han duplicado su superficie frutícola en estos últimos dos años, y aún quedan miles de hectáreas que pronto entrarán en producción para exportar. Las proyecciones son optimistas y el Sur de Chile está marcando el mapa y el futuro de la fruticultura nacional, ya que demanda por fruta de calidad hay en el mundo, para soportar este importante incremento productivo.
Para asegurar este desarrollo, hemos hablando con las autoridades para fomentar la reconversión de cultivos tradicionales y variedades ya obsoletas, facilitando la inversión por medio de una Ley de Fomento a la Reconversión Frutícola, que permita acceder a créditos bancarios para financiar esta tarea.
Invito a que los productores reflexionen este tema, porque los cambios suceden con muchísima rapidez. Los avances tecnológicos nos pusieron el cambio como una condición permanente, ya lo estamos viviendo en los campos y debemos adaptarnos rápidamente, para aprovechar las oportunidades que este tipo de frutales -que crece tan bien en el sur- nos están dando.
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