Publicado el 7 noviembre, 2016 | por editor
¿Cuál es la clave para sumarse con éxito a la producción de vinos finos?
El Valle de Malleco, reconocido por su tradición cerealera y su privilegiado clima, está tomando nuevos bríos, esto de la mano de la fruticultura. A los huertos de manzanos, ahora se suman los avellanos europeos y las viñas viníferas.
La buena calidad de los vinos elaborados con la fruta cosechada en esta zona marca un hito en la producción vitícola de Chile y convierte a Malleco en tierra fértil para productos finos.
En La Araucanía existen alrededor de 57 agricultores con viñas establecidas en sus predios, en distintas etapas de desarrollo. Las más antiguas corresponden a variedades ancestrales de los cepajes País, Chasselas y Moscatel ubicadas principalmente en las comunas de Angol y Galvarino (70 a 150 años de antigüedad).
La motivación por plantar vides en una zona dedicada a la producción de granos tiene un detonante común el factor Viña Aquitania, ubicado en la comuna de Traiguén. Fue el ingeniero agrónomo y enólogo, Felipe de Solminihac, hace 23 años junto a su suegro el fallecido agricultor Alberto Levi, quien vio en estos paisajes y su clima un gran potencial para el desarrollo de este cultivo, el que se consolidó con la producción del Chardonnay Sol de Sol y los posteriores reconocimientos nacionales e internacionales.
El último premio fue una Medalla de Plata en el Concurso Mundial de Pinot Noir, Suiza 2015 con un Sol de Sol Pinot Noir 2011. A esto se suma los 95 puntos en Decorchados 2016 para Sol de Sol Chardonnay 2012 y un Sauvignon Blanc 2015.
Actualmente con la Viña Aquitania, ubicada en Peñalolén en Santiago, produce 15 mil cajas anuales. El 80% de ellas es destinado al comercio internacional y los principales destinos son Brasil, Colombia, Estados Unidos, Francia, Holanda, México, Suecia, Reino Unido, Australia, China, Japón y Rusia.
SUPERFICIE
Según estudios que maneja la Corporación Agencia Regional Desarrollo Productivo de La Araucanía la superficie total de viñas establecidas en la región para la producción de vinos finos superan las 118 hectáreas (Chardonnay 53,48 has., Pinot Noir con 37,85 has, País con 10 has y Sauvignon Blanc con 5,74 has).
En Traiguén se comenzó con el establecimiento de viñas con variedades adecuadas a climas fríos destinadas a la producción de vinos de forma comercial y con mayor tecnología. Lidera la producción con 33,36 has de Chardonnay; 17,5 has de Pinot Noir y 2,5 has de Sauvignon Blanc. Le sigue Victoria con 4,7 has de Pinot Noir; 3,15 hás de Sauvignon Blanc y 3,65 hás de Chardonnay y Galvarino con 1,4 has de Pinot Noir 1,4; 6,3 de Chardonnay y 0,1 de Sauvignon Blanc. Mientras que Angol concentra las variedades ancestrales con 5,3 has de la variedad País.
CLAVES
Recientemente, impulsada por la mesa vitivinícola de La Araucanía, viñateros se reunieron en Traiguén para discutir respecto a la potencialidad de la producción vitivinícola en el Valle de Malleco y la producción de vinos de alta gama, con una cata guiada por Felipe de Solminihac.
Fue el momento preciso para analizar el cómo dar el gran salto y madurar este cultivo. Para Felipe de Solminihac instalarse con una viña requiere de organización. Se trata de una decisión pensada.
Asegura que lo primero es buscar el territorio adecuado, ojalá tenga las menos heladas posible. Lo segundo es que tenga un suelo que acompañe y que no tenga toscas muy superficiales y después plantar las variedades adecuadas para la zona. Eso sí, en este proceso no se debe olvidar la comercialización.
“Para mí lo más importante es la comercialización de los vinos. No hay nada que sea más difícil para Chile que comercializar lo que se produce. Yo estudiaría muy bien este tema antes de hacer un proyecto, porque la comercialización es lo más difícil y es lo que requiere de mayor inversión”, recalca.
Oriana Soto Muñoz, ingeniera agrónoma, viticultora, encargada de los viñedos de Viña Aquitania en La Araucanía, sostiene que un agricultor para tomar el riesgo de producir uvas viníferas debe pensar que se trata de un cultivo a largo plazo.
“Debe considerar que no va a ganar dinero de inmediato, que no es producir y vender el vino. Hay que plantar, esperar cuatro años para empezar a producir las primeras uvas y ver qué es lo que resulta de esos kilos de uvas. En la medida que tu vino vaya evolucionando y lo vayas mostrando en concursos y los especialistas lo vayan evaluando, verás si es posible sacarlo al mercado o esperar una nueva cosecha”, sostiene Soto.
Advierte que las primeras botellas se venden al año 8 o 10, recién ahí se comienza a recibir retornos para empezar a recuperar la inversión de esos años.
“El pequeño agricultor puede vincularlo con el turismo y comercializarlo de manera distinta. Así la comercialización es mucho más rápida y estable. Pero si tú te dedicas a producir vinos y los quieres exportar debes esperar los años que corresponde”, señala.
Soto recalca que el ítem comercialización es vital en este rubro. “Nosotros siempre hemos visto que la inversión es el 1 por el 3. Por eso antes de establecer el viñedo, porque éste dura 40 años fácilmente, hay que saber qué es lo que se quiere, porque o sino podrías desencantarte del rubro. La viticultura es un cultivo más pensado”, resume.
En esta materia, Ricardo Chancerel, director regional de ProChile en La Araucanía, asegura que ya han estado trabajando en dos grandes líneas. Una fue lo que se hizo este año trayendo una periodista japonesa especializada, quien recorrió las viñas del Valle de Malleco, degustó los vinos, encontró que eran de una gran calidad y publicó su experiencia en una revista especializada.
Con esto se está buscando difundir las cepas que se cultivan en La Araucanía. “Efectivamente Chile es más conocido por sus variedades Cabernet que por las variedades de climas fríos. Por lo tanto hay un trabajo de promoción y difusión que debemos hacer”, sostiene Chancerel.
Por otra parte el Gobierno Regional aprobó recursos para llevar 9 agricultores que estén incursionando en viñas de La Araucanía para visitar la ExpoVinos que el próximo año se desarrollará en Francia. Esto gracias a la relación que tiene el Gobierno Regional con el gobierno de Aquitania. La idea es ir a conocer las nuevas tendencias y posicionar los vinos de La Araucanía en nuevos mercados.
En este último punto, Chancerel, precisó que si un viticultor quiere exportar es importante entregar un producto de buena calidad.
“Si es de buena calidad será más fácil conquistar algún nicho, en función de esto debo preocuparme de tener el mejor suelo para producir. Luego viene la comercialización y ahí debo tener una estrategia para conquistar nuevos mercados. Muchas veces los productores se enfocan mucho en producir, pero no en comercializar y eso se debe mejorar”, concluye.
EXPERIENCIAS
Alfonso Zanetti Ballota, de la Viña Los Colonos en la comuna de Los Sauces en 2006 tomó un gran riesgo partió con la variedad Cabernet Sauvignon, cepa que no se adecua muy bien a la zona de Malleco. Así nació el vino Ranquilco, ahora sumó una nueva variedad, Pinot Noir y ya está produciendo un nuevo vino al que denominó Lontano.
“Para tener éxito es clave el clima. El problema es que se trata de vinos con una producción baja y por ende son más caros, de ahí es que sería bueno antes de consolidarse trabajar en paralelo con otros frutales”, sostiene este descendientes de italianos, quien además posee huertos de manzanos, cerezos y arándanos.
“Mi padre tenía variedades ancestrales y yo quería innovar y por eso corrí un riesgo”, asume.
Hasta ahora la única opción para los pequeños productores de uvas que quisieran elaborar su propio vino era la zona central, ya que en la región no existían centros de vinificación, situación que ya cambió. La viña Aynco, ubicada en la comuna de Galvarino, instaló una bodega que ya está equipada.
Cristián Neira Morales, socio de este proyecto en el que participa con cuatro socios, cuenta que esta idea surgió hace dos años y medio. Comenzaron estableciendo 1,4 hectáreas de Chardonnay y Pinot Noir, en 2015
“Somos los primeros con una bodega en esta región implementada casi completa, tenemos cuba y barricas. Ya producimos el primer vino en la zona con productores mapuches”, cuenta Neira.
Con el primer vino elaborado ciento por ciento en la zona, Mulen, participó este año en la revista Descorchados donde sacaron 90 puntos.
“Esto es muy bueno para ser el primer vino producido en La Araucanía. Trabajamos con las variedades Chassela, Moscatel y Semillón. Se trata de cepas ancestrales que estaban establecidas hace más de 70 años en la zona con productores mapuches”, señala Neira, quien advierte que la idea de su proyecto es sacar su propia producción, llegar a las 6 hectáreas y sumar más productores de comunidades indígenas a vinificar en la zona y conseguir una denominación de origen.
“Este año obtuvimos un proyecto de Corfo. En diciembre comenzamos a ejecutar el proyecto con la idea de dar a conocer lo que son las viñas de esta región al país y al mundo”, precisa.
Cristián Neira, quien además es ingeniero agrónomo precisa que la clave para tener un negocio exitoso es la constancia, además de seleccionar y trabajar con las cepas que han sido estudiadas y son adecuadas para la zona.
“Tenemos que preocuparnos de ver cuáles son los territorios que tienen aptitud para este cultivo”, advierte. “No toda la región es apta para plantas vides viníferas”, agrega.
POTENCIAL DE LA ARAUCANÍA
El cambio climático ha permitido que se establezcan viñedos donde antes era impensado. Esto sumado al aumento de la temperatura permite prever un auspicioso panorama para el rubro en la región. Hoy La Araucanía se proyecta como la zona vitivinícola más emergente a nivel nacional.
“Las viñas al igual que los frutales menores tienen un tremendo potencial en esta región, ya que tenemos condiciones climáticas y de suelo. Además estamos incorporando agua a los predios por lo que vemos que es un cultivo que tiene futuro y que lentamente está penetrando a la pequeña agricultura”, precisa Alberto Hofer, seremi de Agricultura de La Araucanía.
Hofer agrega que para iniciarse en este rubro se debe contar con todos los recursos que el cultivo necesita (agua, sol y temperatura), además de contar con la tecnología que debe incorporarse primero a los grupos profesionales y después a los agricultores. Otro paso clave es la asociación.
“Es muy importante participar en organizaciones existentes de tal manera que los conocimientos de los que partieron primero versus la necesidad de aprender de los que se van incorporando recién a la actividad se transfieran”, explica Hofer.
El gerente de la Corporación Agencia Regional Desarrollo Productivo de La Araucanía, Robinson López, organismo que lidera las iniciativas vinculadas a este rubro asegura que el camino de las autoridades locales es potenciar la oportunidad que el cambio climático trajo a la región.
“Vemos que hay un camino recorrido, que hay experiencias exitosas, sabemos que hay un conocimiento que hay que aprovechar. Debemos sacarle provecho desde la administración pública a través de algunos servicios que tengan programas especiales como Sercotec, Corfo, Fosis, Conadi y los servicios asociados al Minagri a estas experiencias que muestran interesantes resultados”, recalca López.
Asegura que para la provincia de Malleco las viñas podrían ser el camino a seguir, pero sin generar falsas expectativas. “Este es un camino difícil. Hay que apuntar a la calidad del vino a la cantidad y buscar bien los mercados”, concluye.
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