Publicado el 21 septiembre, 2020 | por editor
Cooperativismo en la pequeña agricultura: las ventajas de trabajar en asociatividad
Ciento treinta y tres años de historia tiene el cooperativismo en Chile. En el país existen alrededor de 1.500 cooperativas activas y más de 1.800.000 de personas asociadas. Un 52,3% -según datos del Ministerio de Economía de Fomento y Turismo publicados en 2017- son cooperativas de Servicios, un 27,9% son Agrícolas, Campesinas y Pesqueras y, por último, un 18.4% son de Trabajo. El 1,4% restantes están organizadas como Confederaciones o Federaciones.
En el mundo el movimiento cooperativo; es decir, la asociación voluntaria de personas que se unen para trabajar con el fin de lograr beneficios para todos sus integrantes y para la comunidad en la que viven, tiene más de 173 años y aún sigue siendo importante para el desarrollo social y económico de varios países. En Europa destacan las organizaciones vinculadas a los agroalimentos. Por ejemplo, en Finlandia alrededor del 74% de la producción de alimentos está en manos de cooperativas.
COOPERATIVISMO EN EL AGRO
Al hablar de cooperativas agrícolas en Chile, Colun, Capel, Cooprinsem, Cals resaltan como ejemplos exitosos. Sin embargo, en el país existen varias experiencias en la Agricultura Familiar Campesina, pequeños productores que han visto en la asociatividad el camino para comercializar su cosecha, ser más competitivos, mejorar sus condiciones de vida y ser un aporte para el entorno en que se desenvuelven.
Según los datos de la División de Asociatividad del Ministerio de Economía a la fecha se contabilizan 370 cooperativas vinculadas al agro -agrícolas (82), agropecuarias (152) y campesinas (136)-, de ellas 119 están en La Araucanía, 32 en Los Ríos y 33 en Los Lagos. Sólo el 7% del total de estas cooperativas están en la región Metropolitana.
“Tradicionalmente nuestra economía regional ha tenido una importante vocación productiva orientada hacia actividades agrícolas, y así lo demuestran las estadísticas provistas por nuestra unidad de Asociatividad del Ministerio de Economía, que indica que La Araucanía concentra prácticamente un tercio del total de cooperativas activas del país, vinculadas al área agrícola, agropecuarias y campesinas. Las regiones que siguen a La Araucanía en cuanto a cantidad de cooperativas del área agrícola, son Los Ríos y Los Lagos, con un 9% del total de cooperativas a nivel nacional respectivamente”, advierte el seremi de Economía de La Araucanía, Francisco López.
López sostiene que el cooperativismo, modelo asociativo de trabajo que propende principalmente a un trabajo colaborativo, abre importantes puertas que individualmente sería más complejo de conseguir. Por ejemplo, -precisa- una cooperativa puede alcanzar mayores niveles de producción, y con ellos acceder a nuevos y mejores mercados de destino, teniendo mayor poder de negociación, en definitiva, siendo un aporte concreto a la comercialización de sus productos y servicios.
“La comercialización es un gran desafío para muchos de nuestros emprendedores regionales, pero que, gracias al cooperativismo, se aborda de manera mucho más óptima”, dice.
Humberto Salas, académico de la Facultad de Administración y Negocios de la Universidad Autónoma de Chile, Temuco, complementa estos antecedentes y reafirma que este modelo es hoy en día una alternativa viable para fortalecer y establecer estándares productivos y potenciar la comercialización de pequeños productores asegurando rentabilidad y prospección de la actividad económica de miles de pequeños productores agrícolas haciéndolos más competitivos.
Salas destaca que los pequeños agricultores se localizan principalmente en zonas rurales con escaso acceso a redes que permitan potenciar la comercialización de su producción, donde el rubro agroalimentario tiene una gran participación en la superficie de cultivos y más de la mitad del stock de producción de carne y leche. El problema para este segmento, asegura, es que no es económicamente eficiente transar su producción siempre en ferias libres o vendiendo directamente a grandes empresas con alto poder de compra que las transforma en monopsonios (el monopolio del comprador) que en muchos casos fijan los precios.
“El cooperativismo permite mediante la formalización de esta actividad obtener beneficios tributarios distintos a los de un emprendimiento convencional, mejoras en la productividad y eficiencia dado que al formar parte una red, es posible acceder a mercados que permiten a los cooperados avanzar más rápido que si lo hicieran solos. Así también, la constitución de fondos comunes y mutualidades facilitan el trabajo y sobre todo es posible la realización de muchas familias no solo desde la perspectiva económica, sino también social y cultural”, recalca el académico.
Precisa que este tipo de organización se ha fortalecido durante los últimos años, ya que muchos agricultores no poseen estándares de producción y su capacidad es limitada para satisfacer a mercados que requieren un mayor volumen.
“Al formar parte de una cooperativa se asegura el acceso a mecanización agrícola e incorporación de tecnología en sus procesos, así también a capacitación y apoyo técnico del capital humano que trabaja con ellos, esto permite disminuir sus costos promedio de producción y conseguir economías de escala asegurando una mayor rentabilidad”, dice.
Agrega que -incluso- al formar parte de una cooperativa, los cooperados tienen acceso a financiamiento bancario para sus proyectos productivos que permitan mejorar su tecnología e infraestructura e incluso proyectos personales. “Es un modelo con futuro prominente, pues contribuye a la mejora de la calidad de vida de un segmento importante de la población que vive en ruralidad”, advierte.
En cuanto al apoyo estatal para la formación de cooperativas, el seremi de Economía de La Araucanía, Francisco López, recalca que el Ministerio de Economía tiene una unidad destinada específicamente al fomento de la asociatividad.
Uno de sus principales propósitos es promover los modelos asociativos donde se incorporan no sólo las cooperativas, sino que también, gremios, cámaras de comercio, servicios y turismo, entre otros. Para ello se han dispuesto de diversas estrategias para facilitar la creación y actualización de organizaciones, sobre todo en el contexto de pandemia, donde el Ministerio ha lanzado la plataforma “DAES Digital”, que permite que gran parte de los trámites que anteriormente debían realizarse de forma presencial en la Seremi, ahora se puedan realizar de forma online. “Además, regionalmente tenemos el compromiso de poder asesorar a las organizaciones”, concluye.
Más al sur, Eduardo Winkler, seremi de Agricultura de Los Lagos, asevera que como Ministerio de Agricultura tienen la convicción de que los modelos asociativos ofrecen grandes oportunidades para que los agricultores puedan seguir avanzando y alcancen mayor competitividad, además, de obtener una retribución más justa por el esfuerzo que hacen.
“El cooperativismo es una buena opción, por eso lo estamos promoviendo y en la Región de Los Lagos hay ejemplos de diversa escala que así lo demuestran. Por un lado, tenemos a los 200 productores lecheros de FuturoCoop que sumando fuerzas han logrado comprar una planta para colocar en el mercado su propia leche, queso y mantequilla y, por otra, a cooperativas de pequeños productores de ovinos en Chiloé que están apostando por la comercialización de carne en cortes del cordero chilote con denominación de origen”, especifica.
AGRICULTURA FAMILIAR CAMPESINA
La Agricultura Familiar Campesina (AFC) -según datos de la publicación Panorama de la Agricultura Chilena publicada en 2019 por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa)- equivale a cerca del 90% del total de unidades productivas agrícolas del país. La AFC es parte importante de la producción agrícola total, particularmente en productos hortícolas para consumo doméstico. En términos de rubros agroalimentarios, la AFC controla el 54% de la producción de hortalizas, más del 40% de cultivos anuales y flores y el 30% de las viñas viníferas. En rubros pecuarios, es responsable del 94% de la producción caprina, un 76% de la producción de miel y un 54% de las existencias de bovinos.
La importancia de este segmento salta a la vista y quedó más en evidencia en este periodo de pandemia cuando el país completo redirigió su mirada al campo y a quienes producen el alimento que llega a la mesa de miles de chilenos. Para Agustín Mariano Quinchao, presidente de la Confederación Nacional de Federaciones de Cooperativas y Asociaciones Silvoagropecuarias de Chile (Campocoop) con 50 años de historia, la pequeña agricultura es y será de gran importancia para el país.
“En este tiempo difícil las cooperativas, en comparación con otro tipo de organizaciones, han sabido salir adelante, a pesar de todas las dificultades de funcionamiento que a veces tienen o como la sociedad las mira. Hemos visto en ello la importancia de asociarse de todos los pequeños agricultores. Así se puede hacer más fuerza y conseguir, por ejemplo, mejores precios en sus productos. Lamentablemente el volumen de producción de la pequeña agricultura es muy bajo y sólo asociada puede conseguir mejores condiciones para comercializar o para disminuir los costos al comprar insumos para hacer las siembras”, afirma.
Agustín Mariano Quinchao recalca que en esta etapa de confinamiento han podido conversar y analizar sobre el antes, el presente y el después de la pandemia. Y, no todo es malo, se llegó a la conclusión que la nueva mirada de los consumidores al campo y a su alimentación abre una gran oportunidad para las cooperativas campesinas, en especial para las agrupaciones que se dedican a la producción de alimentos saludables.
“Hemos visto grandes posibilidades de desarrollo, las que quizás no era el sueño inmediato, pero hemos podido ver en el campo una oportunidad de futuro”, aclara el presidente de Campocoop. Un ejemplo a destacar en La Araucanía -dice el dirigente- es NG Seeds, empresa compuesta por cooperativas mapuches que están trabajando en la producción de lupino Aluprot Cgna, variedad que destaca por su alto potencial proteico.
“Cuando ellos comenzaron a trabajar tenían la mirada puesta en al mercado de la nutrición animal, de los salmones principalmente. Esa situación se ha revertido y prácticamente el 90% de lo que produce va destinado a la elaboración de alimentos saludables para consumo humano, porque ahí hay una alta demanda y una oportunidad de hacer buenos negocios”, dice.
Este periodo -advierte- dejó varias enseñanzas. “Nos dimos cuenta que asociados es mucho mejor para enfrentar las situaciones complejas, también logramos sensibilizar al Estado para que entregaran apoyo tanto en capacitaciones, financiamiento o fomentando el interés de profesionales que trabajan en instituciones dependientes del Estado para que entendieran que el cooperativismo sí es una buena alternativa para el sector”.
El dirigente sostiene que juega a favor del desarrollo de cooperativas el planteamiento que ha hecho el Estado a través del gobierno de turno, en particular el Ministerio de Agricultura a través de su ministro Antonio Walker y los Servicios asociados (Indap, Odepa e incluso Sercotec) que se ha comprometido con apoyo.
“Vemos una alianza que se está potenciando. No es menor el trabajo que se ha hecho con el Ministerio de Agricultura gracias al cual se ha podido levantar por ejemplo el Plan Nacional de Asociatividad que se llama Más Unidos en donde no sólo está la agricultura familiar, sino que también están los otros sectores productivos del país en donde la asociatividad juega un rol importante”, dice.
Sostiene que, al igual como ocurre en otros países, anhelan a que el cooperativismo juegue un papel importante en el desarrollo de políticas públicas. “Tenemos la aspiración -en el caso que se concretara una nueva Constitución- de plasmar un texto donde el cooperativismo sea apoyado real y eficazmente por el Estado en capacitación, acceso a nuevas tecnologías y financiamiento, especialmente de la Banca, que aún es escaso para nuestro sector”, aclara.
Recién ahora -afirma- se está viendo la necesidad de asociarse. “Es tal esa necesidad que el IICA (Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura) está desarrollando una capacitación con profesionales de los servicios públicos ligados al agro sobre cooperativismo. Eso ya nos dice que estamos despertando esa mentalidad y podemos ver en el futuro a una generación que pudiese hablar de cooperativismo y así contar con políticas públicas potentes que refuercen a nuestro sector. Se hace necesario materializar políticas públicas más inclusivas, solidarias y participativas. También es importante cambiar algunos programas que son muy individualistas en el apoyo del agricultor y eso nosotros lo estamos trabajando con el Ministerio de Agricultura”.
Campocoop no se ha quedado de brazos cruzados en la búsqueda de más oportunidades para estas organizaciones y en especial en estos últimos años cuando la creación de cooperativas ha dado un salto importante. De las 5 a 6 organizaciones que se formaban de este tipo anualmente se pasó a 40 en 2019, despertando la preocupación y la necesidad de capacitar a sus dirigentes, socios y profesionales sobre los principios cooperativos.
“Estábamos viendo con el Ministerio de Agricultura cómo masificar la capacitación y ahí apareció Inacap, la Universidad Católica, la Usach. Se están sumando más casas de estudios y también está aumentando la posibilidad de que los profesionales del futuro puedan tener conocimiento en relación a la asociatividad y al cooperativismo, Eso para nosotros es gratificante, porque hemos visto que nuestra demanda se escuchó”, dice.
RUBRO OVINO
Una de los rubros en los que se hace más patente la necesidad de asociarse es el rubro ovino, el que se concentra principalmente en la agricultura familiar campesina y que presenta un potencial de crecimiento vinculado fuertemente al turismo y sector gastronómico.
Este camino es el que siguió la Cooperativa Campesina de Ovinos de Victoria, Ovicoop, la que reúne una rica multiculturalidad en sus integrantes y que no ha escatimado esfuerzos en resaltar las condiciones únicas del cordero críado en las praderas de la comuna de Victoria.
Ovicoop trabaja asociativamente en la producción de cordero de carne siguiendo un estricto protocolo de producción, preocupados del bienestar animal y de las tiernas praderas, respetando la biodiversidad de los pastos que otorgan una calidad única. Asimismo se han enfocado en la comercialización de cortes de selección y gourmet como una estrategia para ir sumando nuevos clientes.
En la región de Los Lagos también hay experiencias de este tipo. Cofoch, cooperativa chilota campesina, sustentable y sostenible y autogestionada por personas vinculadas al rubro ovino también se adaptaron a las necesidades del mercado actual, que privilegia productos con valor agregado, más sanos y con formatos que se adecuan al menor número de integrantes de las familias de hoy en día, está apostando por la comercialización de cortes del cordero chilote con sello de origen.
El Cordero Chilote I.G. es el primer producto cárnico del país en obtener un sello de origen (Indicación Geográfica) que protege al producto y garantiza al cliente estar consumiendo un cordero con atributos típicos del Archipiélago, que cumple con altos estándares de sanidad, inocuidad y sustentabilidad.
Iris Díaz, gerenta de Cofoch, señala que: “nuestro producto es el resultado de una crianza bien estricta que asegura la calidad y el origen del producto. Como cooperativa estamos dando un salto para llevarlo en este formato al mercado”.
Otro ejemplo es la Cooperativa Campesina Ovinos San Juan que surgió para desarrollar la producción de ovejas y corderos Künko con valor agregado. Esta agrupación busca generar un modelo de negocio para la comercialización de este producto.
“El objetivo es dar valor agregado al producto que nosotros trabajamos y, con ello, obtener un precio justo, al asociarnos podemos conseguir mayor oferta para cumplir con los requerimientos de nuestros clientes. Somos todos productores de la agricultura familiar campesina de San Juan de la Costa, que trabajamos un modelo de crianza extensiva y a base de praderas naturales”, explicó Felix Cancino, gerente de la Cooperativa Campesina Ovinos San Juan.
Entre los primeros pasos que ha dado la cooperativa, resalta el rescate de las lanas y cueros que producen sus rebaños, un subproducto que venden a la Fundación Artesanías de Chile y que antes no aprovechaban, la conformación de 23 criaderos de la raza Künko y, a futuro, esperan concretar una planta de faenamiento, que les permita vender su producción a través de cortes de carne.
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