Publicado el 2 noviembre, 2015 | por editor
“Cultivos transgénicos: “la segunda revolución verde”
Por: Jorge González Villagra,
Ingeniero Agrónomo,
Universidad de La Frontera
La historia de la agricultura comienza a partir del año 8500 A.C. cuando nuestros antepasados pasaron desde la recolección, la caza y la pesca a la siembra, cosecha, almacenamiento de los granos y la crianza de ganado. Durante los siguientes años y hasta el 1900 D.C. el desarrollo de la agricultura fue prácticamente nula. Sin embargo, a partir de los años 1940 a 1960 dio un salto gigantesco cuando se crearon los primeros híbridos de maíz y las variedades enanas de trigo, que permitieron aumentar hasta en un 70% los rendimientos agrícolas. Además, se introdujo la aplicación de fertilizantes químicos, pesticidas y se comenzó a utilizar el riego en la producción agrícola.
Este gran despegue de la agricultura se denominó la Primera Revolución Verde, y fue el ingeniero agrónomo Norman Borlaug -Premio Nobel de La Paz en 1970- el impulsor de esta gran revolución. Pero, ¿Qué ocurre en la actualidad?, o ¿Qué pasará en el futuro con la producción agrícola, o con las futuras generaciones? Estas son preguntas que nos debemos realizar a diario, e intentar anteponernos al futuro para enfrentarlo de mejor manera. Lo cierto es que la población mundial crece de forma exponencial, y de forma preocupante.
DEMANDA POR ALIMENTOS
Actualmente, hay cerca de 7.300 millones de habitantes, y se espera que la población mundial llegue a los 9.500 millones de habitantes al año 2050. Por lo tanto, la producción mundial de alimentos debe aumentar a lo menos en un 60%, para alimentar tal cantidad de población. Esto último es realmente complejo, ya que disponemos de la misma superficie arable para producir más comida, e incluso, se espera que la superficie arable disminuya debido al sector inmobiliario y construcción. No es difícil darse cuenta como las ciudades día a día se van expandiendo, y así los suelos que un par de años atrás eran cultivados con cereales, hoy tienen casas. Por si fuera poco, el escenario se hace aún más complejo debido al calentamiento global y cambio climático. Esto nos desafía a generar variedades que sean más tolerantes a veranos más calurosos y secos, e inviernos con precipitaciones más concentradas.
Ante tal complejo escenario, los cultivos transgénicos se convierten en la única solución viable para aumentar la producción de alimentos. Este nuevo aumento en los rendimientos agrícolas gracias a los cultivos transgénicos es la nueva y La Segunda Revolución Verde.
Entre los principales beneficios de los cultivos transgénicos, es necesario mencionar la reducción de más de 350.000 toneladas de plaguicidas (en el periodo 1996-2011), reducción de 156 millones de toneladas de CO2 sólo en el año 2008, y beneficios económicos de US$98.200 millones debido a los mayores rendimientos y menores costos de producción. Sin embargo, existe una visión negativa por parte de la población sobre los cultivos transgénicos.
La verdad, es que no existe prueba científica alguna que demuestre efectos negativos sobre la salud humana o el medio ambiente por parte de los cultivos transgénicos. Por el contrario, actualmente existen más de 190 organizaciones o sociedades científicas que avalan y ratifican la bioseguridad de los cultivos transgénicos, entre ellas, algunas de las más importantes a nivel mundial como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano. Por lo tanto, los alimentos derivados de cultivos transgénicos son los alimentos más estudiados de la historia, no representan peligro para la población, el medio ambiente y poseen gran respaldo científico.
El panorama nacional es ambiguo y confuso. De acuerdo a la resolución 1523 del Servicio Agrícola y Ganadero del año 2001, sólo está permitido el cultivo con fines experimentales y producción de semilla. El resultado de esto es que producimos semillas transgénicas, las exportamos y luego importamos y consumimos los productos terminados. En resumen, nos enfrentamos a un escenario futuro complejo. Por su parte, el uso de cultivos transgénicos ha demostrado su capacidad para hacer frente a estos grandes desafíos y han demostrado su capacidad de contribuir a la sustentabilidad de los sistemas agrícolas. Finalmente, Chile debe definir claramente una postura frente a los cultivos transgénicos, y es tarea de los legisladores hacerse cargo de esta responsabilidad.
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