Publicado el 1 febrero, 2021 | por editor
Maqui: investigación se enfocará en mejorar el rendimiento, calidad del fruto y el uso eficiente del agua
El maqui, berrie nativo reconocido como un “superalimento” debido a su concentración de polifenoles (antioxidantes), superando casi tres veces a la frambuesa y al arándano, genera gran interés en la industria de los alimentos. La presencia de compuestos fenólicos en sus bayas, en especial antocianinas, sus beneficios nutricionales y nutracéuticos, ha impulsado el establecimiento de huertos comerciales en la zona sur para así proveer de fruta de calidad a esta industria, y también proteger esta especie nativa que crece desde Limarí hasta Aysén.
En la medida que aumenta el interés por desarrollar este cultivo, crece la necesidad de generar información y realizar estudios sobre la diversidad genética, morfología, fenología y fisiología de esta especie, para establecer los primeros manejos agronómicos. En esta línea surge el proyecto “Rol del ácido salicílico como un modulador de la biosíntesis del ácido abscísico para aminorar el estrés hídrico manteniendo la fotosíntesis y crecimiento vegetal en plantas de maqui: una herramienta para mejorar el rendimiento, calidad de fruta y el uso eficiente de agua”.
Esta investigación, liderada por el doctor Jorge González Villagra, ingeniero agrónomo del Departamento de Ciencias Agropecuarias y Acuícolas de la Facultad de Recursos Naturales de la Universidad Católica de Temuco y en la que también participa el doctor León Bravo de la Universidad de La Frontera, entregará conocimientos sobre el rol del ácido salicílico (AS) -hormona vegetal- y su interacción con el ácido abscísico (ABA) en la tolerancia al estrés hídrico. Además, permitirá establecer estrategias agronómicas para mejorar el rendimiento, calidad de fruta y uso eficiente de agua en el cultivo, que luego podrá validarse y utilizarse en otros frutales tales como vid, avellano europeo, arándano y cerezo.
“La importancia de este estudio es conocer el requerimiento hídrico del cultivo. Los resultados nos permitirán saber si yo necesito aplicarle el 100% de la evapotranspiración, el 60% o derechamente no aplicar riego en el huerto. Sabremos si el ácido salicílico, que es una hormona vegetal, puede mejorar los rendimientos de la fruta en el huerto y la calidad. Pondremos atención en el calibre, los sólidos solubles y los metabolitos secundarios, especialmente en la antocianina”, explica el investigador.
González resalta que el resultado de este proyecto podría, por un lado, dar luces de cuál es el nivel de riego que necesita la plantación y, por otro, entregar información sobre si la aplicación de esta hormona vegetal vía foliar podría ayudar a mejorar los rendimientos.
Para desarrollar este proyecto Fondecyt, de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (Anid) cuenta con el apoyo de la empresa Plangen, vivero especialista en mejoramiento genético de berries nativos (maqui, murta y calafate) y productores de la región de Los Ríos.
MEJORAMIENTO GENÉTICO
Esta alianza estratégica permitirá investigar el cultivo y entregar datos nuevos sobre su producción a los interesados en desarrollar huertos comerciales.
“Se trata de un interesante trabajo en conjunto que beneficiará a los productores y a quienes se interesen por este cultivo”, sostiene Neri Carrasco, dueña de Plangen, quien reconoce el potencial que tiene este frutal en la zona sur y la importancia de establecer huertos que permitan proveer a la industria de alimentos de fruta de calidad, trazable y que sea cosechada de manera sostenible, sin dañar la especie nativa.
Carrasco junto a su marido Jaime Büchner, ambos ingenieros forestales, tienen una larga experiencia en esta área, ya que se han enfocado en el primer eslabón de la cadena de valor del maqui, generando material de alto valor genético para transferir a terceros.
Desde Los Ríos impulsan un programa de mejoramiento genético -el con más años de desarrollo de la zona sur- y que apunta a la selección e identificación de clones de maqui de alta productividad en distintos puntos del país.
La principal característica de este trabajo -explica Neri Carrasco- es la alta intensidad de selección de los clones, la que realiza usando el clásico y efectivo sistema de los árboles de comparación, y registrando la región de procedencia de cada selección. Ello le ha permitido identificar del orden de 400 ejemplares no emparentados que exhiben superioridad en las variables tamaño de frutos y cantidad de frutos.
“Nuestra amistad con el maqui nació hace muchos años y hoy en día es un compromiso adquirido. Estamos desarrollando selecciones genéticas y técnicas de manejo acordes con la realidad del sur. Nuestro sueño es desarrollar en la macro región de Los Ríos una industria del maqui y otros berries nativos, innovadora, con identidad y sobre todo con un modelo de negocios sostenible desde el punto de vista ambiental, social y económico, que permita capturar el valor de ésta y otras especies nativas con igual o mayor potencial”, dice la profesional.
Para facilitar el uso industrial del maqui, Plangen desarrolla un programa intensivo de mejoramiento genético, en el que considera generaciones de 7 a 8 años. No obstante, para generar un “cultivar” se ha considerado 12 a 15 años, que va desde el momento del cruzamiento controlado hasta su liberación.
Para la primera generación tiene como meta para la región de los Ríos establecer 50 hectáreas de huertos frutales de maqui. La meta tiene relación con la demanda de la agroindustria para disponer de un cultivo con una oferta y trazabilidad conocida.
“Hoy en día los consumidores están cada día más preocupados del bienestar y tener una alimentación saludable, por eso es importante producir materia prima trazable, con certificaciones, que cumplan con los estándares que se requieren para la industria de los alimentos e ingredientes funcionales”, dice.
Si bien en el Catastro Frutícola de la región de Los Ríos no aparece el número de hectáreas destinada a este cultivo, Neri Carrasco sostiene que en estos últimos años han trabajado en el establecimiento de más de 20 hectáreas en la región y el interés sigue en aumento.
“La mayoría de las veces se trata de productores que recién están incursionando en el agro y que están buscando alternativas para plantar en sus predios. Tenemos un caso en La Araucanía, en el sector de Tromen Bajo, donde recientemente establecimos un huerto. Se trata de una profesional que trabaja en la minería en el norte, pero que tiene un predio en la zona y está interesada en los berries nativos”, cuenta la investigadora.
CONTINUO APRENDIZAJE
Así fue el acercamiento con el maqui de Juan Carlos Villarroel, quien es el dueño de uno de los huertos que participa en el estudio liderado por el doctor Jorge González. Luego de salir del colegio en Valdivia, Villarroel, se fue a estudiar ingeniería a la Universidad Técnico Federico Santa María en Valparaíso, tras egresar de esa casa de estudios decidió trasladarse al norte del país a trabajar en la minería.
“Me dediqué un poco a la minería, a la industria. Me casé, formé mi familia y me quedé allá, pero con el tiempo empezó a crecer el bichito de volver acá, a mis raíces y meterme en el tema agrícola”, cuenta.
Se compró una parcela en Lanco y fue ahí cuando puso sus ojos en el maqui, pero por más que buscó información sobre este cultivo no encontró, pese a que ya se hablaba de su potencial en la industria de los alimentos.
“Si uno quiere averiguar sobre cómo plantar arándanos o cerezas existe bastante información, no así sobre el maqui. Hasta el día de hoy, la mayor cantidad de maqui es el que se extrae de recolección silvestre, pero de plantaciones no existe mucha experiencia”, dice este productor.
Las exportaciones de esta fruta en seco, que llegaron a las 16.900 toneladas en 2017, lo terminaron por convencer. Hoy cuenta con dos plantaciones, una que cumplió dos años y la otra tres años, esta última ya entró en producción y será cosechada ahora en febrero.
Si bien las expectivas en cuanto al mercado internacional cambiaron -se cerraron los envíos a Corea del sur principal comprador de esta fruta- la industria de alimentos funcionales en Chile y la demanda por productos alimenticios saludables siguen siendo un aliciente para continuar avanzando y aprendiendo de este cultivo.
Para establecer sus huertos -ambos de una hectárea- se contactó con Neri Carrasco de Plangen.
“Cuando estaba viendo qué actividad productiva podría desarrollar en el campo había un fuerte interés por el maqui, me puse a estudiar el tema y cómo lo podía hacer y en ese proceso apareció Neri”, sostiene.
Mientras Plangen seleccionaba y trabajaba en las plantas (clones) más productivas para el terreno, Villarroel preparaba la tierra con las recomendaciones que se les fue dando para luego realizar el trasplante. Se trata de un huerto de baja densidad con 1.100 plantas (10% de ellas macho) por ha para cosecha semi mecanizada.
“Para la plantación que ya cumple tres años esta será la primera cosecha. Ya hemos hecho ensayos y ya en febrero vamos a estar cosechando de frentón”, comenta Villarroel, quien explica que para esta producción su intención es procesar su maqui en la planta de Lankorganic y hacer maqui liofilizado.
“Como es nuestra primera cosecha no sabemos cuál será nuestra producción. En este momento las pruebas que hemos realizado en las plantas de dos años han arrojado en promedio 2 kilos y 2 kilos y medio por planta”, asevera.
Desde que comenzó con este plan agrícola ha sido un periodo de aprendizaje continuo. “Viveros Plangen desarrolló las plantas, pero lo que es el trabajo en el manejo del huerto lo hemos ido desarrollando nosotros. En la medida que ha ido creciendo la planta, hemos ido experimentando en varios temas como, por ejemplo, en el tipo de poda. Ahora este mismo proyecto, el del doctor González nos está aportando datos enfocados principalmente en el fruto”.
En los primeros tres años de la plantación -explica Villarroel- “nos dedicamos a fortalecer las plantas, que se vigorizaran, que se establecieran bien con sus raíces, sus patrones de crecimiento, y en este tercer año nos enfocaremos en cómo obtener mejor calidad de fruto”.
Con las plantas establecidas y desarrolladas empezaron a probar con diferentes sistemas de regadíos para ver qué camino seguir.
Todo este periodo, desde que iniciaron el huerto, ha sido de aprendizaje y donde la principal dificultad ha sido conseguir mano de obra para atender a la plantación. “Si bien no se requiera tanta mano de obra, lo cierto es que no existen trabajadores con cierta calificación técnica para este tipo de huertos”, dice.
En cuanto a la cosecha, la Universidad de Talca está probando con máquinas vendimieras en huertos emplazados en esa zona, mientras que para sus dos hectáreas Villarroel decidió usar vareadores como los que se utilizan para la cosecha de granos de café y aceitunas.
Son una especie de manos que vibran y el fruto cae a una lona. La productividad aumenta bastante si se compara con la recolección manual que demora entres tres horas y tres horas y media entre varias personas, mientras que con esta tecnología se tarda 15 minutos (dos kilos y medio)
PROYECCIONES
Cuando partieron con la plantación había muchas expectativas, se estaba exportando a Corea del Sur, pero al año siguiente se cortaron los envíos. “Hubo un frenazo fuerte, el precio se cayó. En ese entonces se estaba pagando a $3.000 el kilo a los recolectores y hoy en día están pagando entre $1.200 a $1.500, no te pagan más que eso. Eso sí, sigue el interés por consumir maqui, porque más que un fruto es un alimento funcional que se potencia por las propiedades benéficas (antioxidantes, antocioninas, polifenoles) que tiene el maqui”.
Juan Carlos Villarroel cree que el camino del maqui es la industria de los alimentos saludables, nutracéuticos, pero también la de los cosméticos. “Falta más conocimiento y políticas a nivel de gobierno para potenciar el maqui. Entre los planes está sumar más hectáreas, pero queremos ver los resultados de nuestra primera cosecha”, concluye.
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